Itziar ZIGA
Escritora y feminista
JOPUNTUA

Habrá tierra para las invertidas

Mientras expiraban gloriosamente los sanfermines, que deben ser dilatados hasta el último suspiro, como yo hice, la Cámara Baja de Rusia prohibía por ley cualquier cambio de sexo, ya sea en el quirófano o en el registro. Esto supone directamente la asfixia de toda la población transexual rusa, la asfixia o el exilio, esa otra terrible asfixia fuera de tu tierra. Aquí acabamos de lograr por los pelos la autodeterminación de género, la posibilidad legal para la gente trans,¡que cojan un poquito de aire, coño!, y es lo primero que amenazan con quitarnos. No habrá tierra para las invertidas, siempre nos acorralan. Se lo digo a la gente hetero que desfoga conmigo últimamente su miedo al fascismo: pues imagina yo, imagina nosotras las mariconas, a por las que van siempre primero. Me repito que no quiero adelantarme al dolor reaccionario, me lo repito...

Pero claro que a veces me alcanza, el pánico, así que solo se me ocurre entreteneros con dos anécdotas mías contra evangelistas.

Tras nuestra primera noche de lujuria, María y yo salimos victoriosas. En lo alto de la Rambla del Raval, nos topamos con una secta que rezaba. Era mediodía. En medio del círculo cortarrollos, la atraje hacia mí, y nos besamos locamente, mientras oraban cada vez más alto. Fue como si subiéramos su altavoz, hasta trataron de pasarnos propaganda heterocentrada, ilusos, ni teníamos las manos disponibles. Años después, en Berlín, otras fanáticas evangélicas, nos abordaron. Yo les grité: creéis que voy a cambiar mi maravillosa forma de vida y follar con este bellezón por vestir tan mal y aburrirme como vosotras. Eran latinas, me entendieron, y se cabrearon mogollón. Pequeñas victorias.

Tiemblo, y vuelvo a ponerme “All the Things She Said” de las malogradas t.A.T.u., aquellas chavalas rusas que soliviantaron la lesbofobia de Occidente a principios de milenio, y la lesbianidad de millones de chicas en el mundo. ¡Agarrémonos, hermanas mariconas, no podrán con nosotras!