Iratxe FRESNEDA
Docente e investigadora audiosivual

Los padrinos y nosotras

Cuando leas está columna, probablemente estés tomando un café (o lo que surja) después de haber votado, si es que lo has hecho. No sé por qué, pero, estos días me ha dado por revisar “El padrino”, de Francis Ford Coppola. No sé si tiene que ver con la nostalgia o con el ecosistema político-social en el que sobrevivimos. Sea la razón que sea la que me ha llevado a regresar hasta una obra de 1972 dividida en tres partes ( “El padrino”, seguida por “El padrino II” y “El padrino III”), el visionado ha sido intenso al mismo tiempo que angustioso.

Hace tiempo que leí la novela de Mario Puzo (el guion lo firma él mismo) y disfruté leyéndola durante un verano. Creo, además, que en el texto escrito hay una serie de cuestiones que en nada tienen que ver con la traslación que hizo Coppola al lenguaje audiovisual. Al revisar las películas, además de corroborar que son obras maestras, me ha llamado poderosamente la atención el modo en el que se estereotipa a las mujeres, el poco tiempo que se les concede en pantalla y, sobre todo, la manera en la que se normaliza el uso y abuso de sus cuerpos, registrándonos como seres subalternos. Tengo que confesar que cada vez me resulta más increíble cerciorarme de que durante demasiado tiempo hemos cocreado y aceptado un imaginario aplastante hacia nosotras, un imaginario que idealizaba la subalternidad a la que nos condenaba la sociedad en la que siguen triunfando los padrinos.