Koldo LANDALUZE
CRÍTICA: «INSIDIOUS: LA PUERTA ROJA»

Sobresaltos al doblar la esquina del Más Allá

Por si había alguna duda, los sucesos que se desarrollan en esta quinta entrega de la franquicia orquestada por James Wan, enlazan directamente con lo que ocurrió en su segunda parte.

Todo ello queda aclarado en su prólogo, en el que vemos a Josh (Patrick Wilson) y a su hijo Dalton Lambert (Ty Simpkins) sometiéndose a hipnosis en un intento por borrar de su memoria todo aquello que sufrieron en el Más Allá. Sometidos a una amnesia selectiva, padre e hijo parece que todavía no se llevan excesivamente bien, algo que se intuye en ese tenso viaje compartido en el coche -al parecer, toda una tradición estadounidense- que llevá al retoño a la universidad donde cursará sus estudios.

ATRAPADO EN EL TAC

En esta su nueva etapa vital, el hijo quiero explorar a fondo su pericia con el dibujo y en este entorno estudiantil topa con una profesora que le animará a sacar todo el rédito posible a un talento que derivará en el despertador que sacará de su letargo a esos inefables demonios que siempre aguardan pacientes al otro lado de la Puerta Roja.

En concreto, será el cuadro “Saturno devorando a sus hijos” el que sirva como el detonante artístico que el joven requerirá para que, al igual que su padre, recupere su don de la proyección astral y los fantasmas demoniacos acudan a su cita. Como curiosidad, el actor Patrick Wilson asume, además de su rol paterno, la dirección de un proyecto que se limita a repetir los esquemas ya vistos en las anteriores entregas y que se traduce en un encadenado de sustos y sobresaltos de desigual factura. Un producto de terror de consumo rápido y en el que el reencuentro paterno-filial se revela como lo único que se ha querido potenciar en detrimento de una historia en el que el terror brilla por su ausencia, a excepción de la secuencia del TAC.