Koldo LANDALUZE
DETECTIVE CONAN: BLACK IRON SUBMARINE

El pequeño detective y la vigilancia global

Parece que se ha asentado la tradición de estrenar en verano y cada año una nueva entrega fílmica basada en las andanzas del detective Shinichi Kudo -mucho más conocido por Conan Edogawa tras haber sido transformado en un niño-. Han pasado ya 24 años desde que el artista Gosho Aoyama lo recreara por primera vez en clave de manga y, en su conjunto, sus diferentes plasmaciones en formato largo ya han alcanzado la nada desdeñable cifra de 26 entregas. Si el pasado año pudimos visionar “Detective Conan: La novia de Halloween”, ahora nos llega “Detective Conan: Black Iron Submarine”, cuya trama gira en torno a la misteriosa “Organización de los Hombres de Negro” que provocó que, de manera accidental, el detective Kudo haya adquirido la forma de un niño mediante el veneno APTX 4869.

BASE SUBMARINA

Siguiendo la estela de dos entregas anteriores -“Detective Conan: El perseguidor negro” y “Detective Conan: La pesadilla de negro puro”-, este reencuentro desarrolla buena parte de su trama en Boya del Pacífico, una instalación secreta y submarina, en la que ha sido puesta en marcha un nuevo sistema de seguridad a escala planetaria que permite conectar cámaras de vigilancia de distintas organizaciones mediante un sistema de reconocimiento facial. Una excusa para que Conan Edogawa y sus inseparables integrantes de la Liga Juvenil de Detectives se enfrenten a la temida organización secreta de los Hombres de Negro. Yuzuru Tachikawa regresa a la franquicia con una entrega que sigue al dictado los códigos de la saga y lo hace sirviéndose de un ritmo intenso y una historia que entretiene y que aporta detalles sobre los villanos megalómanos que suspiran por la vigilancia global. Todo ello mediante un cuidado acabado visual que respeta el diseño clásico.