Dabid LAZKANOITURBURU

Evidencias, contextualizaciones y cinismo sobre África

Escribir sobre la realidad de la vasta y compleja África resulta siempre temerario. Vaya, por tanto y por delante, la humilde petición de disculpas por semejante atrevimiento.

Es cierto. El colonialismo occidental, personificado en el occidente africano en la Francafrique, purga su pecado original y está siendo expulsado militar y diplomáticamente de sus antiguas y aún sometidas posesiones.

No es menos cierto que el derrocamiento de Gadafi en Libia en 2011, apoyado por Occidente, generó un vacío de poder aprovechado por el yihadismo para extender sus tentáculos por el Sahel y el oeste-centro del Continente Negro.

Pero responsabilizar, por elevación, de la amenaza yihadista a un complot franco-occidental sin tener en cuenta sus causas endógenas, en Libia, Mali, Burkina-Faso, Níger o Nigeria es hacerse una trampa equiparable a la de los colonizadores al justificar su «misión salvadora en la natural torpeza» de los colonizados.

La misma trampa de justificar en nombre de la sacrosanta «contextualización excepcionalista» lo que no son sino asonadas militares como la de Níger, perpetrada por un jefe de la guardia presidencial que iba a ser fulminantemente cesado. Un general que quizás esté aireando el fantasma de seguir los pasos malienses y burkineses y alinearse con Moscú para que Occidente, y Francia, traguen, como casi siempre, con el enésimo golpe de Estado africano. Para impedir que los mercenarios de Wagner amplien sus lucrativos negocios minerales y que Rusia extienda su abrazo del Oso en África. En nombre de la lucha contra el colonialismo y por el panafricanismo. Otra historia que se repite como farsa. Cinismo por partida doble.