GARA
BAIONA
MEDIABASK DEDICA UN PODCAST AL CASO DE JEAN-LOUIS LARRE

40 años después, la desaparición de Popo sigue pendiente de respuestas

Jean-Louis Larre ‘Popo’ fue visto por última vez el 7 de agosto de 1983 en las inmediaciones de un cámping en las Landas. En el 40 aniversario de esa desaparición por dilucidar “Mediabask” ha dedicado un podcast al «caso Popo», recabando testimonios de familiares y exmilitantes de Iparretarrak. Uno de ellos, Gabi Mouesca, revela que estuvo presente en el tiroteo de Léon.

Un dantzari baila el aurresku de honor a los familiares de Popo Larre en el acto de 30 aniversario, en 2013, en Heleta .
Un dantzari baila el aurresku de honor a los familiares de Popo Larre en el acto de 30 aniversario, en 2013, en Heleta . (Bob EDME)

Los periodistas Ximun Larre y Oihana Daguerre han trazado en un podcast que puede escucharse en la página web del semanario “Mediabask” los contornos de la desaparición del militante de la extinta organización armada Iparretarrak (IK) Jean-Louis ‘Popo’ Larre, un enigmático pasaje del que se cumplen hoy 40 años.

Para ello han contado con los testimonios de un hermano del desaparecido, Totte Larre, y también de compañeros de armas del militante de Heleta, concretamente de Betti Bidart y de Gabi Mouesca.

Este último, que cumplió diecisiete años de cárcel, revela, por primera vez, que él era uno de los miembros de Iparretarrak que se enfrentaron a los gendarmes en las inmediaciones del cámping de Léon, en las Landas.

«Es la primera vez que lo digo porque, en nuestra cultura militante, cuando tomábamos la palabra ante un tribunal lo hacíamos para explicar las razones de nuestro combate, no para abordar los hechos concretos que se nos reprochaban», explica el expreso.

Mouesca se refiere así al juicio de 2000, cuando Filipe Bidart y él mismo fueron condenados «por colaboración» a purgar penas de 20 y 15 años de cárcel, en un proceso judicial en el que otro militante, el urruñarra Totte Etxebeste, fue condenado a cuatro años sin obligacion de purgar esa pena en la cárcel. Imputado por esa misma causa, Popo Larre no pudo explicarse en ese juicio.

Mouesca recuerda ese proceso, en el que como ahora confiesa no dio cuenta de su presencia en el lugar de los hechos, como «un juicio entre mórboso y caricaturesco» que, además de no permitir esclarecer la muerte del gendarme, Yves Giummara, mantuvo intactas todas las sombras que pesaban y pesan todavía hoy sobre la desaparición de Popo.

VERSIÓN DEL FATÍDICO DÍA.

Volviendo a la cronología de los hechos, el enigma que rodea a Popo Larre empieza en la tarde del 7 de agosto de 1983, que Gabi Mouesca rememora para “Mediabask” con precisión.

Los cuatro miembros de IK se encontraban alojados en el cámping de Léon, localidad landesa distante en 60 kilómetros de Baiona. Una cadena de detenciones en Ipar Euskal Herria, en la que fue arrestada una persona que sabía del paradero del comando, les obliga a precipitar su salida del establecimiento hotelero.

La Gendarmería había dado para entonces indicaciones a los gerentes de establecimientos hoteleros de «comunicar cualquier movimiento sospechoso», y el cámping de Léon entraba de lleno en el perímetro de esa operación de información policial.

De tal forma que cuando los jóvenes vascos acudieron a pagar el responsable del cámping no tardó en prevenir a la Gendarmería. En la propia salida del cámping los miembros de Iparretarrak se toparon de bruces con una patrulla.

La persecución en coche terminó a poca distancia.

«Eramos cuatro, ellos dos, nos proponen que nos rindamos, pero tenemos superioridad numérica y decidimos hacerles frente», desgrana Mouesca, que matiza que los gerdarmes abrieron fuego primero y los militantes de Iparretarrak respondieron, a su vez, con sus armas.

Para entonces, «Popo se había apartado del grupo, no tomó parte en el enfrentamiento, se adentró solo en un bosque cercano», prosigue su relato Mouesca.

UN GENDARME MUERE.

El tiroteo en el paraje landés tuvo consecuencias irreparables, al saldarse con la muerte de uno de los gendarmes, Yves Giummara. Su compañero, Jean-Pierre Plouzot, resultó herido.

Los militantes de IK emprendieron la huida en el propio vehículo de los miembros de la Gendarmería, un Renault 4, pero Popo, al que llaman con insistencia, no sale del refugio boscoso en que creen que se encuentra. Partirán sin su compañero, del que nunca volverán a saber nada.

Tampoco su familia, a la que pone voz en el podcast Totte Larre. Recuerda a su hermano, seis años más joven, como una persona «desbordante de vida y muy inquieta».

Le gustaba la montaña, montar a caballo, pero desde chaval se acercó al mundo del teatro, y en esa vivencia cultural se cimentó su «sentimiento de injusticia, en particular por la situación del euskara», relata. Su familia solo le dio un consejo «que no se implicara hasta el punto de tomar las armas», explica su hermano.

Cuando saltó a los medios la noticia de que la Gendarmería peinaba una vasta zona en Landas en busca de un huido de IK todo cambió para los Larre. La pregunta «Nun da Popo?» (¿Dónde está Popo?) que en cuatro décadas ha tomado distintas formas, saltando de las paredes a los esloganes en las manifestaciones, se quedó incrustada en las cuatro paredes de su casa en Heleta.

La madre de Popo, Mayi Larre, falleció en 2021 sin que nadie le diera señas de su hijo.

Una tragedia que, como recuerda una pared en Patxa plaza de Baiona, tiene réplica en la casa de los familiares de otros tres militantes vas- cos -Lasa, Zabala y Anza- aunque con la agravante en el caso de Popo de que nunca se hallara el cadáver que hablara al menos en parte sobre lo ocurrido. De ahí que esa condición de desaparecido ligue más bien el enigma que pesa sobre lo ocurrido a Larre con los casos de Pertur y Naparra.

Si bien en su libro “Objetos Perdidos” el historiador e investigador Iñaki Egaña contabiliza hasta una veintena de desapariciones forzosas.

Pese al largo tiempo transcurrido «la cuestión sigue siendo conocer la verdad para poder hacer el duelo, aunque lamentablemente ya no nos queda demasiada esperanza», confiesa su hermano Totte, que narra algunos de los sufrimientos añadidos por los que ha pasado la familia.

A raíz de la desaparición de Popo, sus allegados recibieron durante largo tiempo amenazas telefónicas, «pero también el apoyo de gente que se acercaba a darnos su apoyo», relata el hermano de Popo.

DOS CADÁVERES.

La aparición, en décadas diferentes, de dos cadáveres vio a dibujar un haz de esperanza al que siguió un doloroso derrumbe de expectativas.

El 27 de agosto de 1983 fue localizado en una playa girondina el cuerpo sin vida de un joven desaparecido quince días después de que se perdiera la pista de Larre. La Policía identificó como Pascal Dumont ese cadáver hallado no lejos de Léon.

La familia Dumont negó desde el principio que aquel cuerpo que la Policía tardó menos de tres cuartos de hora en identificar fuera el de su hijo. Solicitó en vano una exhumación, autorizada cinco años después y que arrojó la sorpresa de que la tumba había sido abierta antes. Mouesca habla de una «profanación» acordada, en búsqueda de ADN.

Años más tarde, la Gendarmería pidió un test de Mayi Larre. Superaba los 90 años y estaba delicada de salud. La familia no aceptó. Semanas después se le hizo saber que ese segundo cuerpo aparecido en los Pirineos no era el de Popo.