Fede DE LOS RIOS
JOPUNTUA

Agosto, ¿frío en el rostro?

Henos aquí en plena canícula estival. “Es solo el inicio”, dicen los más optimistas después de consultar las previsiones meteorológicas cada media hora en sus teléfonos móviles de inteligencia artificial, porque cada media hora acostumbran a cambiar sus inteligentes y volubles previsiones. 40º a la sombra y hay personal que corre por la calle sin un peligro inminente a la vista; no corre para salvar su vida, corre por placer y sin ningún miedo a perder el derecho a voto, que sería lo natural. Los hay que van en bicicleta vestidos de manera extraña, cubiertos de publicidad de empresas de las que no cobran nada por anunciar sus marcas y para combatir el sol de agosto, el que agosta inmisericordemente sus maltratadas neuronas, introducen la testa en una suerte de gorro agujereado al que llaman casco no siéndolo. Tampoco temen perder el derecho ciudadano al sufragio. Eso sí, el sillín del velocípedo posee una hendidura transversal para evitar el sufrimiento de próstata y zona perineal, en el caso de ellos. Los testículos, por otra parte, parecen agrandarse sobremanera a tenor de los atascos producidos en las carreteras, pues un solo individuo sobre dos ruedas movidas por pedales puede frenar a decenas de pérfidos automovilistas sin sentir pesadumbre alguna. Está en su derecho, individual, además de pasárselo bien cuidando el planeta. Para ellas, sillines diseñados ergonómicamente que permiten “reducir el adormecimiento y dolor de los labios vaginales”. Si reduce el dolor será una fiesta, un modo de inicio suave al masoquismo.

Dicen las estadísticas que agosto aumenta los crímenes. Algunos lo achacan al calor, que favorece el ofuscamiento de la razón. Por el contrario, es el mes en el que más separaciones sentimentales y divorcios acontecen, para lo cual la toma de conciencia de la realidad y el uso de la razón son primordiales. No sabe uno qué pensar.

Y ahora nacional-católicos y falangistas andan a la gresca. ¡Ay, Señor!