D. GALVALIZI
MADRID

La relevancia de la mesa

Francina Armengol con Pedro Sánchez en un acto del PSOE.
Francina Armengol con Pedro Sánchez en un acto del PSOE. (Isaac BUJ | EUROPA PRESS)

No es baladí la composición de la Mesa del Congreso y mucho menos su presidencia. Basta con recordar la disputa constante entre Moncloa y la Mesa durante los primeros meses de Sánchez tras la moción de censura exitosa de 2018. Ana Pastor y su mayoría PP-Ciudadanos solían poner de los nervios a la entonces portavoz Adriana Lastra.

Tener un asiento en ese órgano, aunque sea la secretaría cuarta, es relevante porque significa tener acceso a información importante y tener voz y voto en cómo será el proceso de confección de las leyes. También implica gestionar el régimen interno, como las retribuciones de diputados y del personal de la Cámara, y las contrataciones de servicios (el presupuesto es de más de 110 millones de euros).

La Mesa del Congreso es la encargada de vigilar el cumplimiento de la disciplina interna, de los viajes, y conduce las relaciones con las otras instituciones del Estado. Pertenecer a ella es tener acceso a toda la documentación parlamentaria y su gestión de tiempos. Por ejemplo, los suplicatorios que puede pedir el Tribunal Supremo para investigar a legisladores. El caso del canario Alberto Rodríguez y la polémica que suscitó es un ejemplo de ello.

La mayoría, que puede ser 5-4 o 6-3, y que muchas veces es transversal (cuando Podemos y los soberanistas vascos y catalanes proponen cuestiones que hacen a la crítica a la monarquía o las cloacas del Estado, la mayoría varía y PSOE vota con PP), es la que gestiona los tiempos y marca el ritmo de la legislatura. La velocidad con la que se resolvió el proyecto sobre los delitos de sedición y malversación es un buen ejemplo.

La elección de la Presidencia de la Cámara es por mayoría absoluta, o sea, 176 votos como mínimo, y en primera votación. Si no se alcanza, será por mayoría simple en segunda votación. Serán vicepresidentes del Congreso los cuatro candidatos que obtengan los cuatro apoyos más altos en una segunda votación. Igualmente ocurrirá con los cuatro secretarios en una tercera. Es gracias a este método que una mayoría simple no se queda con todo el poder del Congreso y que la Mesa acaba teniendo también integrantes del bloque minoritario (que sería, supuestamente, PP-Vox, de no mediar una sorpresa). Las derechas suman 171, lo mismo que el bloque progresista plurinacional. Los ocho votos de Junts y Coalición Canaria son los que pueden desempatar. Si los de Puigdemont no logran acuerdo alguno, pero desean no ungir al PP y votan por su cuenta, el de la CC podría determinarlo todo.

Será un jueves para no olvidar.