Floren AOIZ
@elomendia
JOPUNTUA

Cerrar puertas para abrir otras

Las noticias que llegan desde diversos lugares del planeta invitan a tomarse muy en serio la amenaza de la derecha autoritaria, especialmente de aquella que, presentándose como antisistema, se muestra capaz de gestionar el malestar que el sistema provoca, para apuntalarlo.

En el Estado español, esta agenda autoritaria (porque se trata sobre todo de una agenda compartida por agentes diferentes, más que de una o varias siglas) no ha logrado imponerse y es posible que las elites económicas y políticas maniobren para pulir algunos elementos que han resultado demasiado evidentes, pero será mejor prestar atención a la bestia, porque sigue ahí, sedienta de venganza.

Las razones son muy diferentes, pero hay algo común a los diferentes escenarios en los que esta pulsión autoritaria emerge: la clave está en la fortaleza de las agendas transformadoras y los colectivos, movimientos y sectores que las empujan. De poco sirven las llamadas a la resistencia o los lemas como «no pasarán» si no hay fuerza para impedir que pasen. Y no me refiero a potencia electoral, que es decisiva, en todo caso, sino a músculo popular, tejido social, capacidad de irradiar y conectar luchas, en definitiva a una agenda democrática-popular. Sin ella, la única opción que queda es la defensiva, intentar evitar daños mayores, en definitiva, y por ese camino no puede llegarse muy lejos.

Si como ha ocurrido en Nafarroa, en el Estado español se vuelve a cerrar la puerta a la agenda autoritaria y reaccionaria, solo en la medida en que se abran otras puertas cerradas podrá hacerse algo más que ganar tiempo. Que no es poco, ciertamente, pero no es suficiente.

En Euskal Herria la izquierda soberanista ha obtenido un respaldo social histórico porque mucha gente ha entendido que la izquierda soberanista juega en las distancias cortas con mirada muy larga. Y ese es el camino, porque hay muchas puertas por abrir.