Koldo LANDALUZE
CRÍTICA: «CAMPEONEX»

Reivindicación en clave afable

Entre la primera y esta segunda entrega hay algo que quedó olvidado por el camino, su saludable humor negro. Si en “Campeones” Javier Fesser sacó a relucir un humor ácido y saludable, en esta oportunidad los gags que nacen de las situaciones compartidas por el equipo de baloncesto reconvertido -por equivocación- en uno de atletismo, resultan previsibles y en ocasiones muy infantiles. A ello se añade la inexistencia del factor sorpresa y la no presencia de un Javier Gutiérrez que bordó su interpretación de sufrido entrenador. El factor humano persiste y los valores sociales también se mantienen en su estructura dramática, pero el conjunto adolece de esa garra y mala leche que se convirtieron en coherente seña de indentidad de una película subversiva y que ahora se muestra un tanto domesticada.

No obstante, “Campeonex” también incluye algunos gags hilarantes, como la que recoge el lanzamiento de jabalina o el carisma que transmite Brianeitor en sus suculentas apariciones. Fesser, junto a Athenea Mata en el guion, han creado una obra afable, divertida, que prioriza las buenas intenciones y en las que el grupo de intérpretes vuelve a seducirnos siendo ellos mismos y en unas situaciones cálidas, sensibles y humanas que nunca bordean la sensiblería.

Asociada a la realidad, la película es un espejo en el que los arquetipos sociales vuelven a quedar en evidencia, y en el que los universos paralelos virtuales adquieren una dimensión especial dentro del contexto del filme. Todo ello reforzado por la plena complicidad de un grupo de intérpretes que son conscientes de que este juego de colocarse ante una cámara también sirve para reivindicar cuestiones que les atañen en su mecánica cotidiana y, por supuesto, compartir sus emociones.