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OTTAWA

EEUU pide a India cooperar con Canadá para esclarecer la muerte del líder sij

El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, dice tomarse «muy, muy en serio la represión transnacional» y exige «rendir cuentas» al instar a India a que ayude en la investigación de Canadá sobre la muerte a tiros del líder sij Hardeep Singh Nijjar, según Justin Trudeau, perpetrada por el gobierno de Delhi. Las relaciones diplomáticas entre dos socios clave de EEUU se deterioran.

La comunidad sij de Pakistán protesta por la muerte de Hardeep Singh Nijjar en Canadá.
La comunidad sij de Pakistán protesta por la muerte de Hardeep Singh Nijjar en Canadá. (Banaras KHAN | AFP)

Los choques Canadá e India comenzaron el pasado lunes cuando el primer ministro del país norteamericano, Justin Trudeau, afirmó con tono serio ante el Parlamento en Ottawa y para la prensa global que, según sus servicios de Inteligencia, India estaba implicada en muerte a tiros de Hardeep Singh Nijjar, carismático líder de la comunidad sij con ciudadanía canadiense. Añadió que «la participación de cualquier gobierno extranjero en el asesinato de un ciudadano canadiense en suelo canadiense constituye una violación inaceptable de nuestra soberanía».

Tras el discurso, la ministra de Exteriores, Mélanie Joly, anunció la expulsión de un diplomático indio de alto rango al que definió como el jefe de la agencia de Inteligencia india en Canadá. En respuesta, India anunció un día después la expulsión de un alto cargo diplomático canadiense, en una medida que representa «la creciente preocupación sobre la interferencia de diplomáticos de Canadá en nuestros asuntos internos», según señaló el Ministerio de Exteriores del país asiático.

Trudeau visitó India para la cumbre del G20 que tuvo lugar el pasado 9 y 10 de septiembre. El viaje fue de lo más tenso: no acudió a la cena de bienvenida ni tampoco mantuvo conversaciones bilaterales con Modi hasta el cierre de la cumbre. En ese breve encuentro, Modi mostró su preocupación por la inacción de Canadá frente a unas manifestaciones pro-Khalistán que se realizaron en suelo canadiense. Tras ello, Trudeau dijo ante los medios que su gobierno siempre defenderá «la libertad de expresión, de conciencia, y la protesta pacífica».

Días después Canadá deterioró aún más los vínculos diplomáticos al anular la misión comercial de India, sumándose así a la paralización de las negociaciones para un importante tratado de libre comercio entre ambos países.

EEUU ENTRA EN ESCENA

La muerte de Nijjar se produjo el pasado junio en un suburbio de Vancouver que alberga una importante comunidad sij. Recibió disparos por parte de dos encapuchados en el aparcamiento de un templo. Nijjar abogaba por la creación de un Estado sij independiente en partes del norte de India y parte de Pakistán. Nueva Delhi lo había denunciado por llevar a cabo atentados, una acusación que él negó.

En este tenso contexto, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, entró en escena y ayer alzó la voz para exigir que «haya rendición de cuentas». Añadió que «es importante que la investigación siga su curso y conduzca a un resultado y que India coopere con esa investigación».

Canadá también ha instado a India a cooperar con la investigación. Trudeau dijo el pasado viernes que Ottawa ya había compartido sus preocupaciones con Delhi antes de hacer públicas las acusaciones. Al parecer, tendría en su poder inteligencia de fuentes humanas y de señales compartida entre la alianza de espías de los «Five Eyes» que harían creíbles sus acusaciones.

FRICCIONES EN LA DIÁSPORA

Mientras tanto, la retórica tras la muerte de Hardeep Singh Nijjar ha avivado el debate y las fricciones entre sijs e hindúes en la diáspora. En las redes sociales, el jefe del principal grupo sij con sede en EEUU pide que los canadienses hindúes regresen a India. «Habéis repudiado vuestra lealtad a Canadá, vuestro destino es India, ¡marchaos!».

Las manifestaciones y contramanifestaciones se suceden ante los consulados indios, la tensión aumenta y podría desparramarse.



Soberanía nacional como felpudo

Trudeau, dijo que los espías y policías de Canadá tienen pistas de que «agentes» de su aliado y socio del G20, India, habrían matado a un canadiense en suelo canadiense. Ofendido, vino a decir que eso era tratar la sacrosanta soberanía de su país como un felpudo. La acusación resonó en las salas de redacción del planeta que escribieron titulares de alarma.

Pero nada dijo sobre su vergonzosa complicidad en el grave daño infligido a canadienses inocentes por otras potencias extranjeras «más amigas» que India, con líderes de piel blanca. Como la práctica del Mossad de usar pasaportes canadienses en operaciones letales encubiertas como el envenenamiento del líder de Hamás, Khaled Meshaal, en Jordania, en 1997. La entrega y tortura de Maher Arar durante la «guerra contra el terror» de George Bush, o la más reciente del sociólogo libanés Hassan Diad a París. GARA