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La Antártida también se ha visto sacudida por la ola expansiva de la guerra en Ucrania

A pesar de la guerra, Ucrania ha continuado enviando sus expediciones a la Antártida, donde desarrollan una labor importante en el análisis del cambio climático. Pero la incertidumbre reina en la estación Vernadsky. Incertidumbre económica e incertidumbre personal entre científicos que también conocen las penalidades del frente.

La Antártida, zona desmilitarizada desde hace más de medio siglo, acoge gran número de estaciones científicas.
La Antártida, zona desmilitarizada desde hace más de medio siglo, acoge gran número de estaciones científicas. (Jesamine BARTLETT | EUROPA PRESS)

Los efectos de la guerra en Ucrania se dejan sentir a miles de kilómetros del frente, en la Antártida, zona internacionalmente reconocida como desmilitarizada donde, sin embargo, el conflicto está pertur- bando el programa de investigación ucraniano. Según se apunta en un reciente artículo publicado en “Nature”, en la histórica estación Vernadsky la escasez de personal esta amenazando la recopilación de datos que, sostienen los investigadores, son cruciales para mostrar los rápidos efectos del cambio climático.

La estación Vernadsky -antigua base británica llamada Estación Faraday, establecida en 1947 y transferida a Ucrania en 1996- ha sido un lugar clave para la recopilación de datos sobre tendencias de temperatura a largo plazo. Pero Olena Marushevska, secretaria de prensa del Centro Científico Antártico Nacional de Ucrania, lamenta, en declaraciones a la publicación especializada, que pocos investigadores pueden participar en las expediciones, porque muchos están luchando o han huido del conflicto.

«Desde hace décadas, los científicos antárticos han podido identificar la península Antártica occidental como una zona de calentamiento inu- sualmente rápido gracias al conjunto de datos de temperatura que se han recogido en la estación Vernadsky», afirma Luis Huckstadt, ecólogo antártico de la Universidad de Exeter (Inglaterra), quien añade que «la importancia de la investigación realizada en Vernadsky no se limita a los datos de temperatura del aire, ya que esa zona tiene una enorme relevancia ecológica para toda la comunidad antártica».

Por su parte, Michael Tift, biólogo marino de la Universidad de Carolina del Norte, señala que «los conjuntos de datos a largo plazo de la Antártida son fundamentales», y que «dependemos de ellos para elaborar modelos de predicción de las repercusiones del cambio climático en la Antártida y en todo el mundo».

DE LA LÍNEA DEL FRENTE, AL HIELO

Bogdan Gavrylyuk, jefe de la actual expedición antártica ucraniana y geofísico del Instituto de Radioastronomía de Jarkov, con años de experiencia en investigación antártica, explica a “Nature” que pasó once meses combatiendo antes de que le llamaran para dirigir la expedición. «Estaba dispuesto a perder la vida por mi país y por mi familia», sostiene.

Su experiencia no es única. Andrii Zotov, del Instituto de Biología Marina de Odessa, se encontraba en la estación Vernadsky cuando Rusia invadió Ucrania. «El capitán del yate antártico Selma accedió a transportarme a través del Pasaje de Drake hasta Argentina», relata. Desde allí viajó a Ucrania, donde regresó a una brigada militar en la que había combatido en 2014 y 2015.

Zotov había estado investigando los efectos del cambio climático en las comunidades de fitoplancton que forman la base de la cadena alimentaria antártica, y es uno de los relativamente pocos especialistas ucranianos en este campo.

Desde abril, Gavrylyuk dirige un equipo de 14 científicos y técnicos en Vernadsky, vigilando los patrones meteorológicos y las condiciones atmosféricas, midiendo la salinidad del océano y estudiando el comportamiento de los mamíferos marinos. Pero el elevado coste económico de la guerra hace que el futuro del programa sea incierto. Y él mismo añade lo obvio: «No sabemos cuándo podrá parar la guerra».



Tensiones en un área que es zona desmilitarizada desde 1959

El Tratado Antártico de 1959 designa la Antártida como zona desmilitarizada y proporciona un foro para la cooperación. Cincuenta y seis países son parte en el Tratado, entre ellas Rusia y Ucrania. Lógicamente, han surgido tensiones entre ambas naciones.

Olena Marushevska afirma que la cooperación, antaño bastante estrecha, se ha venido abajo. «Dejamos de cooperar con los científicos rusos en 2014, incluso antes de esta guerra, pero ahora tenemos unas relaciones mucho peores que antes», afirma. GARA