EDITORIALA

Fracaso de la actual estrategia energética

El balance energético de la CAV muestra el fracaso del modo en el que se ha planteado la llamada transición energética. Una estrategia que, en teoría, debería posibilitar un cambio estructural en el sistema energético para lograr una reducción de las emisiones de gases, con el fin de detener, o al menos mitigar, el calentamiento global. Los datos muestran que el avance, de haber alguno, es marginal. A pesar de los esfuerzos, que, al menos sobre el papel se hacen, todo sigue más o menos como siempre.

De los datos oficiales destaca, en primer lugar, que el consumo bruto de energía sigue creciendo en la CAV. Difícil será reducir las emisiones si no se da, al mismo tiempo, una disminución del uso de la energía. En este punto, las cifras apuntan que se ha logrado una pequeña merma en el consumo final, por lo que resulta todavía más sorprendente ese aumento del consumo bruto registrado. Una contradicción que revela que, a pesar de los planes de transición, el sistema es en realidad cada vez más ineficiente. En segundo lugar, las estadísticas informan de que la aportación de las energías renovables se ha estancado y su participación tiende a reducirse. Evidentemente, si crece el consumo global y la aportación de las renovables se estanca, lo lógico es que ese déficit se cubra con un aumento en el uso de combustibles fósiles, que es precisamente otra de las conclusiones que recoge el balance. Y en un país que carece de hidrocarburos, eso significa que la dependencia energética también se intensifica, un extremo que también corroboran los datos.

En resumidas cuentas, la transición energética en la CAV ni está cambiando la estructura del sistema energético ni está contribuyendo a la reducción de las emisiones de gases. Un revés predecible, toda vez que el énfasis de la estrategia se ha puesto en la inversión en energías renovables, sin tomar en consideración los patrones de uso de energía del sistema productivo, del transporte y del estilo de vida. Sería deseable que el actual fracaso sirva para reorientar la estrategia y se empiece a pensar en una reconstrucción de la economía en su conjunto siguiendo criterios de sostenibilidad.