Koldo LANDALUZE
«LA ISLA ROJA»

Lo fantástico se instala en una isla anacrónica

Robin Campillo se sumerge en un capítulo poco explorado de la historia del país insular que ya se había independizado del Estado francés hacía más de una década.

Aunque oficialmente era una república soberana, aún mantenía la presencia del Ejército francés en su territorio como medida de refuerzo. Sin embargo, en la práctica, estos soldados galos parecían más interesados en disfrutar de las fiestas, las barbacoas y los paseos por la playa que en desempeñar un papel activo en aquel Madagascar del año 1972.

“La isla roja” nos invita a ser partícipes de esa extraña e incómoda dinámica de superioridad y abuso socialmente aceptado que imperaba en la época y el director elige contar esta historia a través de los ojos de su joven alter ego, un niño que, en su inocencia, no comprende completamente la complejidad y las consecuencias de la vida que lo rodea.

El pequeño protagonista se refugia en un mundo de fantasía para escapar de la realidad que lo rodea, y la película se desarrolla en una sucesión pausada de escenas en apariencia cotidianas. Pero bajo la superficie de esta aparente nostalgia, Campillo teje un discurso poderoso contra el colonialismo a medida que los malgaches comienzan a asumir el protagonismo de la narrativa de la película. Campillo captura con acierto los silencios y las miradas, la película envuelve el falso paraíso de Madagascar en una melancolía palpable. La tristeza que se esconde detrás de una simple foto de familia se revela con una profundidad insondable. En lugar de confiar en grandes eventos o diálogos dramáticos, Campillo prefiere explorar la riqueza emocional de sus personajes y la evolución silenciosa de la historia. Una reflexión sobre la historia, la identidad y el grave impacto que siemrpe provoca el colonialismo.