Aritz INTXUSTA
AGOITZ

Los pueblos que ahogó Itoitz se reúnen 20 años después de aquella épica lucha

Dieciocho días escondidos en recovecos de viviendas para frenar a excavadoras, sabotajes a máquinas que iban a destrozar casas, iglesias y calles, la lucha no violenta, el frente judicial y la rotaflex. Todo eso se recordó ayer en Agoitz, junto a las historias de vecinos que perdieron sus raíces, al cumplirse décadas desde de que el pantano de Itoitz se tragara siete pueblos.

Sentada durante la kalejira de Agoitz en la conmemoración del 20 aniversario.
Sentada durante la kalejira de Agoitz en la conmemoración del 20 aniversario. (Iñigo URIZ | FOKU)

El acto arrancó con la lectura de textos largos a medio camino entre la denuncia, el poema y el desahogo personal. Descripciones de los pueblos perdidos, de las viviendas y los cauces de los ríos que la construcción del pantano de Itoitz ahogó para siempre. Destacó, en cada una de las tres lecturas, el espacio que le dedicaron los autores a las cocinas de aquellas casas que fueron primero derribadas y después ahogadas. La cocina, a fin de cuentas, es el espacio donde se crean los recuerdos familiares que son hoy, después de 20 años, los que permanecen más vívidos.

Unas 300 personas escuchaban. No pocas cerraban los ojos buscando, quizás, que alguna palabra les evocara un recuerdo propio, alguna imagen perdida. «Queremos traer a la memoria las eras, los muros de piedra, los frutales de las huertas, los palos bien atados y apilados para sostener los tomates y las vainas de la futura temporada, los lavaderos y las casas grandes, generosas, acogedoras, elegantes», enumeró Mabel Cañada.

Blanca Zazpe le dio forma de poema a sus recuerdos y, a ratos en castellano y a ratos en euskara, incluyó los recuerdos de sus padres Miguel y Flora sobre cómo eran aquellos pueblos que ya no están.

Hubo, asimismo, testimonios de lucha en boca de artistas que se sumaron a la resistencia, como Gari Berasaluze, y del portavoz de los Solidarios con Itoitz, Txiki Zamora, que recordó cómo aquello les marcó para siempre.

UNA DOBLE PLACA

El homenaje tuvo lugar en la Plaza de Itoitz, en la localidad más grande de la zona, Agoitz. En ella se habían instalado un par de placas muy sencillas con los nombres de la siete localidades que anegó el pantano (Artozki Itoitz, Nagore Muniain, Ezkai, Gorritz y Orbaitz) y la leyenda: «Beti Bizirik». Además, se recordaba a los dos ríos, el Irati y el Urrobi, cuyos cauces quedaron irreconocibles tras la construcción del pantano.

Una vez culminó el acto central tras descubrirse las placas, ante las que se bailó un aurresku, la jornada se tornó más alegre y se inició una kalejira con música y joaldunak por Agoitz en cuyo recorrido se intercalaban fotografías y elementos que recordaban la lucha de resistencia pacífica de una envergadura descomunal, como un par de figuras con las manos dentro de un bidón de cemento.

Las pancartas que llevaba la comitiva estaban descoloridas pues eran originales y que alguien había conservado en casa todos estos años. «SOS Itoiz. Canal de Navarra=Despilfarro», presidía la marcha.

En paralelo, se inauguró oficialmente la exposición con las obras de arte que se incautaron durante el desalojo de Artozki, el último pueblo que arrasaron las excavadoras.

Los actos del día prosiguieron con una comida autogestionada a la que se habían apuntado más de 200 personas, según indicó la conductora del acto. Tras la comida popular, habían preparado una serie de actos sorpresa y conciertos musicales.