Edorta JIMENEZ
GAURKOA

Izaro’s Macdonald’s Basque Culinary Center

Un rumor recorre Mundaka. Ante él se agitan las bromas y se ríe en las terrazas, se alivian las esperas en la farmacia o en la consulta de Osakidetza, se llevan mejor las colas del supermercado, los retrasos del bus, en fin, el aburrimiento se hace más llevadero. Dice el tal rumor que un inversor que ya ha sentado plaza en la que en su día ocupó el primer asiento de las anteiglesias de Bizkaia en la Juntas Generales, Mundaka, ha preguntando que de quién es Izaro, al parecer con la intención de comprar la isla llegado el caso, o quién sabe qué. Lo han tomado por loco, como que así son los millonarios americanos, que piensan que todo se puede comprar y vender, y que no se entera.

Yo me lo he tomado en serio. El fondo del rumor, digo, pues no le falta sensatez al protagonista del mismo. Entiendo que para lograr su hipotético objetivo le bastaría con seguir los pasos de la Solomon R. Guggenheim Foundation en Urdaibai.

La tal Foundation, a través de la Fundación del Museo Guggenheim Bilbao, se fijó, para su «ampliación discontinua», término que se las trae, en unos enclaves en los que en principio no se podría llevar a cabo la cosa. Tampoco en Izaro, claro. Aun con todo, lanzó su oferta, inversor, y con la ayuda de una institución con mando en plaza, la Diputación Foral de Bizkaia, pedía al Miteco que removiera una de los impedimentos a sus pretensiones con la reducción de la zona de protección a 20 metros en unos 940 metros en el litoral de Murueta. Apunte que al mismo tiempo la Diputación ídem se dispone a cambiar el Plan Comarcal Territorial que impide que en esa zona de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai se pueda meter ningún equipamiento una vez que cierren los astilleros allí ubicados. Recuerde que la Diputación se ha puesto a «desbrozar» otras dificultades que tendría la tal ubicación ex-astilleriense, como que está dentro de la Red Natura 2000 o que está incluida en el Convenio de Ramsar de protección de humedales de rango mundial. Por supuesto todo esto va acompañado de una campaña de propagando en los medios afines a los promotores del proyecto. ¿Resultado? Que ya no se habla de «si legalmente se puede o no se puede hacer», sino de «si estás a favor o estás en contra» del proyecto de «recuperación económica de la comarca».

Esto por hablar de Murueta, que no nos vamos a poner estupendos y empezar a hablar de la inundabilidad del emplazamiento de un segundo conjunto del «mira qué bonito, qué guay» ese, allí en Gernika-Lumo, o sea, en la antigua fábrica Dalia, con su estupendo acuífero subyacente ya contaminado. ¡Tonterías! Con lo bonito que va a quedar todo, que hasta van a reparar el acuífero, ya ve.

Así que yanqui inversor, si es que es yanqui, que todas sabemos cómo son los rumores y a ver si va a resultar que es de Mungia, le recomendaría que no ceje y que siga el ejemplo de los del «sí o sí» de Etxanobe, un canto a la legendaria tenacidad vizcaína.

Así que, rumoreado inversor, presente en primer lugar una petición de cambio de la calificación de Izaro en todo ese lío de las leyes de protección, que se olvide incluso que es una ZEPA, en fin, esos detalles que a nadie dan de comer. Al principio parecerá un disparate terracero, pero acompañe la petición de una fuerte campaña de propaganda vendiendo el proyecto que tenga pensado para la isla, el que sea, y verá. No pocas veces en la zona hostelera de la Atalaya de Mundaka he escuchado como algunos, siempre machitos de bien, entre gin-tonic y cubalibre, cubalibre y gin-tonic, fantaseaban con un lugar exclusivo de alterne, valga el eufemismo, en la isla. En fin, no se lo recomiendo, muy a la vista. Finalmente, alquile un robot con voz feminizada que lance grabaciones de audio para contestar anónimamente a las alegaciones que sin duda presentarán los humanos descarriados.

Si, llegado el caso, no supiera cómo defender sus pretensiones, recuerde que durante casi 300 años en Izaro hubo un convento de buenas dimensiones, antigua zona urbana por tanto; el acceso a la zona urbana era subiendo por una enorme escalera de sillería de la que quedan restos, toma más urbanismo, y el desembarco en la isla se hacía gracias al puerto situado en su lado este. ¿Era o no era zona urbana? Igual sigue siendo de los frailes franciscanos, muévalo también por ahí. Imagínese, inversor, que en Sukarrieta algunos de los autodenominados «amarristas» hablan de un puerto romano de hace unos 2.000 años para reivindicar su derecho a fondear en una zona de prevención arqueológica, de no sé qué y sí sé qué, no nos vamos a liar, o sea, donde las tienen ahora. Venda un plan integral de recuperación económica de la comarca, con gondoleras nocturnas, drones telesilla -una primicia-, y una arquitectura que recupere el espíritu de época del convento y que recuerde a “El nombre de la rosa”.

Eso sí, no se olvide de tunear su moto con el detalle ecológico y hable de regeneración de la isla. La vegetación está hecha unos zorros, créame. Siempre encontrará una asesoría externa que le firme que de impacto ambiental, nada, que mayor impacto tienen las embarcaciones de recreo esas.

Ándele, no se desanime. La idea es pasar del inicial «no se puede» al «¿a favor o en contra?» Una vez conseguido ya no le faltará más que un bonito nombre, una franquicia, pongamos, como esa de Guggenheim. Le sugiero Izaro’s MacDonald’s / Basque Culinary Center. No mé da las gracias. Espero mi parte.