Arturo PUENTE
Periodista
JOPUNTUA

La transición independentista

Google Photos es una aplicación que sirve para guardar y archivar las imágenes que todos hacemos con el móvil, lo que constituye un enorme archivo gráfico de nuestra vida. Pero este programa tiene la picardía de que hacer recordatorios cuando se cumplen aniversarios de fotos que reconoce como importantes. A mí, cuando llega octubre, la maldita aplicación me bombardea con imágenes y creaciones que parecen de una película o de la vida de otro.

Es el sexto aniversario del lluvioso día de un referéndum, me recuerda el móvil. Las mejores fotos de cargas de la policía contra votantes. Los puños alzados tras la declaración de Un gobierno marchando al exilio para no ir a prisión. Todo eso pasó, claro. El móvil me lo notifica y la memoria lo reconoce como familiar. Pero no tengo tiempo para eso, estoy escribiendo sobre el traspaso de los trenes de cercanías a la Generalitat. El independentismo catalán también vive en la contradicción entre estas dos cosas. La épica y la política sentimental, que vive en la memoria, y la fría victoria pírrica de avanzar milímetro a milímetro en conquistas autonómicas, que es lo que pasa en la realidad actual. ¿Podrá el votante independentista hacer esta transición sin quedarse por el camino, sin que la desilusión lo expulse a la apatía política y a la abstención electoral? Durante los últimos seis años, ERC y Junts lo han trampeado, pero la cosa ya no da más de sí.

Es absolutamente comprensible que alguien que participó en el 1-O sienta como un retroceso humillante que ahora tenga que hablar de una quita de la deuda del 20%, del catalán en la UE o de un etéreo reconocimiento de nación. Pero también es importante entender que, en la digestión de esta transición entre los bonitos sueños de 2017 y la incómoda realidad de 2024, el independentismo se juega la supervivencia como movimiento y como actor capaz de continuar sosteniendo sus reivindicaciones de máximos. Quién lucha por su vida tiene derecho a cansarse, pero ejercerlo significa la muerte.