EDITORIALA

Penosa gestión de los residuos de PNV y PSE

Según los datos del Ministerio español para la Transición Ecológica en su Plan Marco de Gestión de Residuos (PEMAR), la CAV envía al menos 387.165 toneladas de residuos al año a otros territorios para que sean tratados, incinerados o almacenados. Esa cifra de residuos exportados supone el doble que la Comunidad de Madrid, por ejemplo, y en el ranking la CAV solo tiene por delante a la Comunitat Valenciana. La escala del desbarajuste de esas 400.000 toneladas equivale a «20.000 tráileres llenos de residuos, una hilera desde Gasteiz hasta Madrid», tal y como resumió de forma gráfica el parlamentario de EH Bildu Mikel Otero. Nafarroa tampoco está actuando de forma correcta en esta materia, puesto que en esta balanza exporta 50.000 toneladas. No obstante, supone la mitad por habitante que en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.

El origen de la actual situación es el desastre del vertedero de Zaldibar, que era un pozo negro en el que se ocultaba la falta de un modelo viable para el tratamiento de los residuos industriales. Además de todos los problemas e irregularidades que se han destapado, desde su derrumbe no se ha desarrollado un plan de infraestructuras adecuado. Los proyectos que se han planteado contenían un cálculo político perverso que tenía que ver con quién estaba gobernando en los municipios candidatos a ser sede de esas infraestructuras. Las empresas a las que el Gobierno de Lakua premia podrán hacerle favores, pero los pueblos a los que desatiende o incluso castiga, difícilmente podrán caer en trampas así.

Sorprendentemente, PNV y PSE han querido hacer bandera de la cuestión de los residuos, primero para favorecer a su red clientelar de negocios, luego porque pensaron que era un punto débil para EH Bildu. En el camino, tanto en los residuos urbanos como en los industriales, han demostrado una falta total de criterio socioeconómico, una inconsciencia peligrosa respecto a la emergencia climática y una gestión administrativa lamentable. La exportación masiva de residuos es el último episodio de un desastre que no hay forma de «valorizar» políticamente. Deben cambiar de rumbo, urgentemente.