Raimundo FITERO
DE REOJO

Cejas discontinuas

Me encantaría ser capaz de aportar algo sensato al gran debate invisible entre quienes amanecemos siempre con aerofagia y los primeros impulsos de los noticieros radiofónicos nos sitúan en el limbo del periodismo decimonónico, por lo que a lo mejor, si volvemos a la cartilla primera y empezamos a descifrar en términos comprensibles la diferencia entre títulos, titulares, ladillos y pies de foto. Si empezamos por ahí, a lo mejor llegamos a entender algo mejor las turbulencias en las redes sociales.

La cantante catalana mundialmente conocida como Rosalía es un fenómeno controvertido. Debe ser un vendedora espectacular de cualquiera de sus ocurrencias colaterales a lo esencial, que es añadir personalidad a todo lo que toca musicalmente. Ya sean canciones, relaciones, estilos, uñas o, lo último, llevar las cejas discontinuas, se convierten en tendencia. Las cejas deben tener una funcionalidad preferente, pero es bien cierto que se han convertido desde tiempos inmemoriales en una suerte de documento de identidad frontal y casi todos los seres humanos de sociedades estabilizados se las arreglan. Ya sean cortando los excedentes, apañando sus formas, dándole suavidad a los rostros o simplemente apostando por lo natural.

Así que, a partir de ahora, vamos a fijarnos más en las cejas de los candidatos que en sus orejas. Mucho más en el estilo del corte de esa parte que culmina una fisonomía de fotogenia identitaria que el color de la camisa del póster electoral. Sigo sin llegar al meollo del nombramiento de Imanol Pradales por el PNV. ¿Renovación dices?