Txente REKONDO
COALICIÓN GUERRILLERA CONTRA LA JUNTA MILITAR BIRMANA

La ofensiva armada puede diseñar un nuevo futuro en Myanmar

Myanmar es un país plagado de múltiples divisiones étnicas, religiosas, ideológicas, geográficas, socioeconómicas y de género. Los regímenes pasados y presentes se han aprovechado de tales divisiones, e incluso las han alimentado emulando la estrategia del imperio británico de «divide y vencerás». Un país dividido e inestable.

(AFP)

La amenaza de conflicto se utiliza como justificación para imponer un gobierno militar. Así, el Ejército birmano (Tatmadaw) siempre ha enfatizado la importancia de la «soberanía nacional, la integridad territorial y la unidad» para legitimar su papel como «garante» de la nación.

Las divisiones creadas deliberadamente bajo el dominio colonial británico y la discriminación constante han alimentado largos conflictos armados entre el Ejército birmano y más de una docena de organizaciones armadas étnicas (OAE), así como docenas de milicias más pequeñas, provocando «la guerra civil continua más larga del mundo».

Tras la independencia del país, varias OAE lucharon por una mayor autonomía. Las tensiones se exacerbaron en 1962, cuando la junta militar tomó el poder, restringió los derechos de las minorías y utilizó tácticas de tierra quemada. Algunos de los combates más recientes se han centrado en el control de los recursos naturales y de actividades ilegales, incluida la minería ilícita de gemas y el tráfico de drogas y, más recientemente, los centros de estafa por internet.

LOS ANTAGONISMOS ETNO-RELIGIOSOS SE GENERAN A LO LARGO DE UN PROCESO HISTÓRICO DOMINADO POR UN NACIONALISMO ANTICOLONIAL Y EL ETNONACIONALISMO BIRMANO

. Los sucesivos gobiernos han ido exacerbando la división étnica y religiosa, sin llegar a descolonizar las leyes. El proyecto de construcción del estado birmano moderno iniciado con la independencia de 1947 pronto se convirtió en un programa étnico bamar bajo el control de la organización armada bamar (Tatmadaw).

Los tres pilares de la política de birmanización eran la identidad nacional, formada por la cultura budista birmana; la economía nacional como un sistema centralizado; y, finalmente, el papel central del Tatmadaw, garante final de la unidad del estado. Será la herramienta para la política de las 3As: asimilación, acomodación y alienación.

Las coyunturas políticas han tenido un impacto en el proceso de identificación étnica y religiosa: la colonización; la conversión cristiana; la inmigración india y los disturbios antiindios en 1938; el colonialismo británico del «divide y vencerás» y la categorización racial; la conferencia de Panglong (1947) y la independencia; la Ley de ciudadanía (1982) y el papel de Ne Win; la crisis rohingya (desde 1978); la Constitución de 2008; y, finalmente, el reciente golpe de estado de 2021.

El 27 de octubre, fuerzas combinadas de OAE y un puñado de aliados atacaron instalaciones militares en Myanmar a lo largo de la frontera con China y a lo largo de la carretera principal que une Mandalay, Lashio y Muse. Tomaron los puestos fronterizos clave, más de un centenar de bases militares y policiales, y se incautaron de arsenales de armas y municiones.

Las fuerzas opositoras aseguran que su objetivo «es multifacético e impulsado por el deseo colectivo de salvaguardar las vidas de los civiles, hacer valer nuestro derecho a la autodefensa, mantener el control sobre nuestro territorio y responder a la ofensiva en curso del ejército… Queremos erradicar la opresiva dictadura militar, aspiración compartida de toda la población y combatir el fraude generalizado en los juegos de azar en línea».

Buscar una explicación monocausal es engañoso, y tal vez aún es pronto para tener una idea clara sobre la operación. Se podría tratar de complacer a los chinos y cerrar los centros de estafas telefónicas. También puede ser una guerra territorial por el control de los casinos fronterizos, y también un ataque a un enemigo como parte de un conflicto de años. Probablemente, aprovechó tácticamente las debilidades del Consejo de Administración Estatal (SAC) a nivel nacional en la lucha contra los OAE y las Fuerzas de Defensa del Pueblo (PDF). Lo que está claro es que no fue una ofensiva diseñada para apuntalar al Gobierno de Unidad Nacional (GNU) y establecer el programa antigolpista que éste dice representar.

Las hostilidades entre el asediado gobierno del Consejo de Administración Estatal (SAC) y las fuerzas armadas de oposición están aumentando bruscamente.

La Operación 1027 ha vuelto a poner de relieve la escasez de personal del Ejército. El Tatmadaw no está en condiciones de llevar suficientes refuerzos al norte del estado de Shan, al librar una guerra en múltiples frentes en los estados de Kachin, Karen y Chin y en las regiones de Magwe, Sagaing, Mandalay, Bago y Tanintharyi, y tal vez no quiera arriesgarse a nuevos frentes en Rakhine y los estados del sur de Shan.

La fortaleza del Gobierno y el Tatmadaw descansa en la centralidad institucional y el control de centros clave del poder estatal. Pero, políticamente, puede estar atrapado en un callejón sin salida. Su estrategia de salida a través de unas elecciones gestionadas por los militares y su supuesto retorno a la democracia ahora se retrasa de 2023 a 2025. Económicamente, el SAC afronta una crisis sin precedentes por el aumento de los precios de las materias primas, la escasez crónica de electricidad y un sector bancario paralizado por las sanciones. En el frente militar, el Ejército, si bien todavía está operativamente cohesionado, sigue acosado por esa escasez de reclutamiento.

MIENTRAS TANTO, DESDE EL PUNTO DE VISTA DIPLOMÁTICO, EL ÚNICO ALIADO COMPROMETIDO CON EL SAC ES RUSIA, MIENTRAS QUE CHINA MANTIENE SU AMBIGÜEDAD ESTRATÉGICA

. El Tatmadaw enfrenta desafíos sin precedentes, pero sigue siendo disciplinado y cuenta con recursos. Y su monopolio del poder aéreo y la artillería pesada parece asegurar su control indefinido sobre las áreas urbanas y los centros esenciales del poder estatal: ministerios civiles, aeropuertos, puertos marítimos y, fundamentalmente, el banco central y los cuarteles generales.

La oposición, armada ahora, sigue fragmentada entre un mosaico aparentemente anárquico de las PDF y grupos armados étnicos, y carece de líderes carismáticos, cohesión estratégica o apoyo externo.

La operación 1027 muestra también tres facetas de la oposición: una mayor disposición de armamento, la unidad de diferentes organizaciones y una planificación estratégica sustentada en un nuevo nivel de eficacia operativa.

En esa línea, estaríamos ante un conflicto inevitablemente prolongado pero dinámico en el que el desequilibrio actual en armamento impone un enfrentamiento militar temporal en torno a importantes centros urbanos.

La estrategia china entrelaza dimensiones económicas, políticas y militares. El Corredor Económico China-Myanmar proporciona un vínculo económico importante entre los dos países. El plan para un ferrocarril de alta velocidad entre Yunnan y Rakhine está nuevamente sobre la mesa, al igual que diferentes proyectos energéticos.

En el frente político y militar, Pekín se preocupa por las regiones fronterizas, donde los combates provocan refugiados en el lado chino. Y le preocupa que las PDF ataquen sus inversiones en Myanmar. Sin olvidar el temor a una influencia estadounidense en la región.

El futuro a corto y medio plazo depende de varios factores, que a su vez pueden abrir diferentes salidas: incorporación a la guerra de otros grupos étnicos (el ejército de Arakan en el estado de Rakhine), enfrentamientos o golpe de estado dentro del hasta ahora neutral pero poderoso Ejército Unido del Estado de Wa, destinado a extender su control sobre el estado Shan del este y el sur, la posibilidad de un conflicto interno en las altas esferas del Ejército por la destitución del presidente del SAC Min Aung Hlaing...

LAS RECIENTES DIMISIONES EN NAYPYIDAW, CON UNA PURGA INTERNA DEL SAC

que ha provocado el cese de ministros y la reconstitución de gabinetes, estuvieron repletas de predicciones tentadoras sobre el derrocamiento de Min Aung Hlaing y el colapso del Gobierno. Esto debería haber evidenciado una reflexión seria entre todas las fuerzas revolucionarias sobre qué hacer si el régimen cae y los militares se rinden. Es un escenario improbable, sin duda, pero no imposible. De momento, la posibilidad de un alto el fuego no parece estar en la agenda de los actores.

El Gobierno está bajo presión. Min Aung Hlaing ha perdido cada vez más prestigio entre los máximos dirigentes del país, pero a su vez, la oposición tendrá que demostrar que está más fuerte, unida y bien coordinada. Los actores tendrán que hablar más sobre la futura nación democrática federal que eventualmente surgirá en Myanmar.

Finalmente, pese a que moleste a los voceros del Gobierno de Unidad Nacional (GNA), gran parte del progreso revolucionario del complejo de resistencia post-golpe se ha logrado a pesar del gobierno en el exilio, no gracias a él.