Mikel ZUBIMENDI
[ HENRY KISSINGER ]

Hábil diplomático, notorio estratega y amado criminal de guerra por las élites de su país

(Gene FORTE | AFP)

El refrán dice que «no hay mal que cien años dure» y Henry Kissinger parece que hizo un último esfuerzo para demostrar que es falso. Medio siglo después de su salida (oficiosa) del poder, las millones de personas que mató no ensuciarán su reputación; al contrario, expertos y apologetas confirmarán esa crueldad encontrándola emocionante. Y es que EEUU, como todo imperio, defiende a quienes operaron desde sus cloacas dando rienda suelta a los crímenes de Estado.

No hay duda, será aclamado por las élites de EEUU como un gran estratega geopolítico, como el genio a sangre fría que restauró el prestigio de EEUU tras la agonía de Vietnam. Se le atribuirá el mérito de la apertura hacia China, aunque la idea y la iniciativa original fueran de De Gaulle. Será elogiado por la distensión con la URSS, por haber evitado una guerra termonuclear. Ninguna infamia encontrará en un día como hoy. Al contrario, después de matar a tanta gente y salirse con la suya, su aprobación será solemne.

A CUALQUIER PRECIO

Kissinger alcanzó estatus de celebridad mundial y en 1973 recibió el Nobel de la Paz. Pero siempre se supo que tras sus habilidades diplomáticas y su energía como negociador se escondían un afán desmesurado por el secreto y la manipulación, un deseo despiadado de proteger los intereses nacionales y corporativos de EEUU, a cualquier precio.

Vivió durante más de medio siglo en el mundo que había creado. Era la arrogancia en persona. Podía ver que la guerra de Irak sería un desastre, pero la aceptó de todos modos. El cálculo de Kissinger, expresado de manera clara, era que la aceptación de un desastre inminente es el precio a pagar para influir en él. Porque ¿cuál es el valor de las vidas de vietnamitas, camboyanas, iraquíes o chilenas en comparación con la oportunidad que tuvo de ayudar a dar forma a la historia?

«REALPOLITIK»

Aplaudido por su política de distensión y por iniciar relaciones diplomáticas con China y, de paso, «ganar terreno» a la URSS en su pugna geopolítica, hizo de la realpolitik la principal característica de su trayectoria. También contribuyó al fin de la guerra de Vietnam después de asolar ese país y la vecina Camboya.

En la guerra indo-paquistaní de 1971 se posicionó en contra de India, que acababa de firmar un tratado de amistad con la URSS, y a favor de Pakistán, aliado de China, que reprimió la revuelta de Pakistán Oriental, actual Bangladesh, con un balance de tres millones de muertos.

En Latinoamérica, respaldó y alentó dictaduras en Chile, Argentina y Uruguay. Estuvo al tanto de la Operación Cóndor (1975-1989), un plan de coordinación de operaciones de represión y terrorismo de Estado entre las dictaduras del Cono Sur con el apoyo la CIA.

En 1973, la guerra de Yom Kippur tuvo como consecuencia el embargo petrolero a los países que apoyaron a Israel. La prioridad de Kissinger fue levantar el bloqueo de la OPEP. Su rastro también está, entre otros, en los conflictos del Sáhara, Timor y Angola.

En su último alarde de realpolitik, apoyó la diplomacia y la negociación en la guerra ruso-ucraniana y se mostró contrario a la expansión de la OTAN hacia el este.