Anjel ORDOÑEZ
Periodista
JOPUNTUA

Reduflación

Hasta donde yo sé, hay dos fenómenos que se disputan el calificativo de «asesino silencioso». El primero de ellos es la hipertensión, un trastorno crónico y prácticamente asintomático, que lesiona los órganos vitales si no se detecta y controla oportunamente. Constituye un importante factor de riesgo de cardiopatía isquémica y un serio problema para la salud pública. El segundo es la intoxicación por monóxido de carbono, producida por la mala combustión o combustión incompleta que puede generar cualquier fuente de calor. Ni se ve ni se huele. Puede llegar a matar si la exposición es severa, pero incluso una contaminación leve pero crónica por inhalación se convierte en una patología que va minando lenta pero inexorablemente la salud de nuestro cerebro y de nuestro corazón.

Hay un tercer asesino silencioso. La reduflación. Alguien podría acusarme de frivolidad, quizá con algo de razón. Pero mantengo la apuesta. La reduflación consiste en la reducción de la cantidad de producto que se vende al consumidor manteniendo o elevando su precio. Dar menos por lo mismo o incluso por más. Se trata de una práctica habitual desde los años 50 del siglo pasado, que surge en periodos en los que la economía tiende a una elevada inflación y que afecta especialmente a las economías domésticas más delicadas. Daña profundamente la salud de las familias, porque se aplica en los productos de consumo frecuente, básico, como los alimentos envasados. En ocasiones, la reducción es evidente a los ojos del comprador, pero en la mayoría es sigilosa, imperceptible, sibilina. Y por ello más letal.

Lo peor de todo es que las empresas que optan por esta práctica no están incurriendo en ninguna ilegalidad, al menos en la gran mayoría de los países. Es más, lo habitual es que, una vez transcurrido el ciclo inflacionista, no retornan a la situación anterior. Mantienen la estafa. Se ríen de los esfuerzos, cada día más penosos, de un gran número de hogares por mantenerse a flote frente a una inflación que los empuja a las puertas de la miseria.