EDITORIALA

Soberanía alimentaria, políticas y alternativas

En Zestoa, en un meandro del río en Iraeta, está el caserío Amillubi, que dará nombre a una iniciativa de Biolur para comprar colectivamente varias hectáreas de terreno con un alto valor agroecológico. Esta asociación guipuzcoana a favor de la agricultura y la ganadería ecológica ha lanzado ese proyecto comunitario con el objetivo de «ofrecer alimentos sanos» a la ciudadanía y «conservar las tierras en manos de las y los agricultores». Biolur cumple ahora 30 años y, tras consolidar una red de agricultores y consumidores, quiere dar nuevos pasos en favor de la soberanía alimentaria, de la calidad de los alimentos y de un consumo consciente. En torno al 90% de los alimentos que se consumen en Euskal Herria son importados. Asimismo, asumir que la crisis ecosocial es una prioridad política supone buscar alternativas, experimentar y construir modelos que promuevan la biodiversidad y combatan la emergencia climática.

Los promotores de Amillubi tienen como modelo las dinámicas en torno a la agroecología que se han desarrollado en estas décadas en Ipar Euskal Herria, y creen que el terreno de Zestoa podría ser el embrión de Lurzaindia a este lado del Bidasoa. Queda camino, pero apuntan esa ambición. Ahora están buscando financiación para comprar y acondicionar el espacio, primero para una primera siembra la primavera que viene, y luego para desarrollar más proyectos al servicio de agricultores y de la ciudadanía. Los ayuntamientos de la comarca de Urola están apoyándoles. Además, el terreno es colindante con 26 hectáreas que pertenecen a Visesa, sociedad pública perteneciente al Gobierno de Lakua, lo que ofrece un gran potencial para proteger más terreno productivo, desarrollar un modelo propio y una estrategia alimentaria viable para la comarca, que a su vez se pueda extender al resto de Gipuzkoa y luego a otros territorios de Euskal Herria.

Iniciativas populares como Amillubi marcan una dirección que las políticas públicas deberían acompañar. Una estrategia alimentaria viable debe ir acompañada de inversiones coherentes en el sector, que alienten buenas prácticas, y ayuden a restablecer equilibrios y a recuperar soberanía.