Pello GUERRA

Mauritania, ¿posible lugar de origen del término «Navarra»?

Sobre el origen del término “Navarra” existen varias teorías, pero ninguna tan curiosa como la que plantea el historiador baztandarra Pedro Esarte, quien señala que derivaría de los “navarris”, unos bereberes originarios de Mauritania que se asentaron en suelo vascón en el siglo VIII a raíz de la invasión musulmana.

En la batalla de Orreaga habrían combatido a los francos tanto los navarris como los vascones. Abajo, estatua de Sancho VI el Sabio, que cambió el nombre del reino para poner fin a un conflicto con la Santa Sede.
En la batalla de Orreaga habrían combatido a los francos tanto los navarris como los vascones. Abajo, estatua de Sancho VI el Sabio, que cambió el nombre del reino para poner fin a un conflicto con la Santa Sede. (WIKIMEDIAIñigo URIZ | FOKU)

Mauritania como posible lugar de origen del término “Navarra” es la teoría que defiende el historiador Pedro Esarte en su libro “El reino vasco de los navarris tras la invasión musulmana”, donde apunta que derivaría de unos bereberes que se asentaron en suelo vascón en el siglo VIII.

La tesis de Esarte es una de las más curiosas de las que han buscado dar una explicación a ese topónimo. Entre ellas está especialmente extendida la que hace derivar el término del vocablo “naba”, cuyo significado sería el de «tierra llana rodeada de montañas».

También ha sido vinculado a “navar” o arado, que era sinónimo de campesino que cultivaba la tierra, o a “nabar”, en el sentido de color pardo y que de nombre de persona, habría terminado convirtiéndose en gentilicio. E incluso se le ha buscado un origen semítico vinculado al término “nahar”, en el sentido de río, de donde derivaría “naharra” como ribera.

Pero el baztandarra lleva el origen del topónimo a la actual Mauritania «tras una difícil investigación con las fuentes árabes» y donde ha localizado la ciudad de Nabar, centro administrativo y económico del país africano, y un río del mismo nombre. Al respecto, indica que la capital del país, Nouakchott, «nos ofrece las variantes del nombre de Nabar, la patria étnica de los nabades o navarris», con este último término como su versión en latín.

BEREBERES INVASORES

Con ese nombre eran conocidos unos bereberes que formaron parte de la invasión musulmana de la península Ibérica en el siglo VIII y que llegaron a la cuenca del Ebro en una primera oleada, la correspondiente a los años 714-718. Esos guerreros «subieron por los cauces de los ríos Arga, Ega y Aragón», asentándose en núcleos de Iruñea, Erronkari y Zaraitzu, «donde crearon sus propias estructuras», señala Esarte.

Esa circunstancia explicaría que dieran nombre a localidades de la zona de Lizarraldea y del valle de Ribagorza y el este de Huesca, además de territorios próximos. Ese sería el origen de topónimos como Navarri, Benabarre, Navardún, Navarrenx, Navaridas, Navarrete, Navarri o Nabartzale. Lo mismo sucedería con uno de los burgos de Iruñea, con el barrio que en 1234 todavía era denominado «de la Navarrería» en Gares y una zona llamada «Navarra» en Lizarra, tal y como se recoge en la versión extendida de 1164 del fuero de la ciudad del Ega.

Esos bereberes originarios de Mauritania fueron «distanciándose del mahometismo y conviviendo con los nativos», indica Esarte, hasta el punto de que, una vez que los musulmanes dejaron de controlar el territorio vascón, se sumaron a los esfuerzos por generar un poder local que se enfrentara a los intentos de dominio desde el exterior.

Como señala el historiador, «los migrantes navarris se posicionaron con los nativos» frente a esos ataques de los francos por el norte e incluso de los musulmanes por el sur y terminaron «forjando la identidad de lo que acabaría por convertirse en un reino que no quería ser ni de unos ni de otros»

DOS COMUNIDADES DIFERENTES

A pesar de que luchaban por una causa común, en los documentos francos se llega a distinguir en la zona de Iruñea la convivencia de «dos comunidades diferentes: navarris y pamploneses», según figura en los “Anales Reales”. De ahí que «los pamploneses de habla eusquérica se diferenciarían social y políticamente de los navarros (nabarienses de Mauritania). Dos comunidades que compartían una misma jerarquía y un solo reino», indica Esarte.

En este sentido, el experto recuerda que el medievalista británico Roger Collins señala en sus trabajos que «para el autor de los “Anales de los Reyes Francos”, los vascones y los navarri eran pueblos distintos, como aclara en su texto sobre los sucesos de 778».

Es decir, cuando Carlomagno arrasó Iruñea tras su fracasada expedición a Zaragoza, los dos grupos étnicos sufrieron ese ataque, del que se habrían vengado conjuntamente en la batalla de Orreaga. Y esa distinción se mantuvo años después del recordado choque de armas en más documentos francos.

La convivencia de vascones y navarris habría quedado patente en el cementerio musulmán localizado en la plaza del Castillo de Iruñea. En relación a la maqbara, Esarte destaca que las tumbas halladas «incluían enterramientos con los cuerpos orientados hacia la Meca, junto con otros que no lo estaban, sin separaciones especiales entre ellos». Añade que «son prueba de la convivencia existente, sin el totalitarismo religioso, y una relación social entre las diferentes etnias de vascones y la migración africana».

Esa huella estaría muy presente en el barrio de la Nabarreria, donde «la fortaleza es llevada por navarris con el consenso del clero». Era un grupo social que buscaba su reconocimiento «mediante el servicio de mesnaderos» y entre los que destacaría el caso de García Almoravid. Este sería «un apellido musulmán con asiento en los términos de Roncal y Salazar», y figura entre «los 12 nombres a los que se atribuye la fundación de Navarra».

EL REINO CAMBIA DE NOMBRE

Con ese nombre se terminó conociendo la estructura política creada en el siglo IX y denominada reino de Iruñea durante siglos. ¿Cuándo y por qué se produjo ese cambio? La fecha se sitúa en el año 1162, bajo el reinado de Sancho VI el Sabio, y el motivo sería poner fin a una disputa con la Santa Sede. Ese conflicto había surgido a raíz del testamento del soberano de Iruñea y Aragón Alfonso I el Batallador, que, en sus últimas voluntades, había legado sus reinos a las órdenes militares.

Las noblezas de esos territorios decidieron oponerse al testamento y nombraron como monarcas a García Ramírez en Iruñea y a Ramiro II en Aragón. Pero el Papado se consideraba heredero del reino y no aceptó estas entronizaciones.

Sancho VI el Sabio decidió poner fin a ese conflicto cambiando directamente el nombre al reino y la jugada le salió bien, porque la Santa Sede terminó asumiendo la nueva situación.

¿Qué le llevó a emplear ese término en concreto? Esarte no se anima a aventurar una posible explicación y señala que «sigue en el aire el porqué del nombre elegido». Pero fue una decisión que, como señala el historiador, entrañó que una denominación étnica pasara a tener un componente político, designando al territorio en el que los navarris, con el paso del tiempo, terminaron fundiéndose con la población local hasta conformar un único pueblo.