Llega el Eibar al parón navideño con el freno de mano echado. Tras la espectacular racha que le llevó de la última plaza al ascenso directo, el equipo azulgrana ha ralentizado su ritmo de forma radical: solo ha sumado dos puntos las cuatro últimas jornadas y eso le condena a despedir 2023 y la primera vuelta fuera incluso de los puestos de play-off.

El último disgusto se lo llevó a manos de un Sporting que tampoco llegaba a Ipurua en su mejor momento pero que se marcha ocupando plaza de ascenso directo y manteniendo su renta sobre los armeros, que ofrecieron una imagen mejor que la de tres días atrás en Alcorcón pero pecaron de lo de siempre. Su rival también firmó un buen partido pero solo necesitó una llegada para adelantarse en el marcador y obligar a exprimirse a un equipo que asume que necesita marcar al menos dos goles para ganar.

Asumió la presión y le plantó cara. Pese a que los asturianos pudieron concentrarse en tapar huecos para buscar la sentencia a la contra, el Eibar fue capaz de dar continuidad suficiente a su juego de ataque aunque raras veces logró rematar dentro del área. Los chutazos de Aketxe y alguno de Soriano y de Bautista desde la frontal fueron sus mejores opciones hasta que en la segunda parte echó una mano el árbitro, pitando penalti en un empujoncito de Varane a Tejero. Stoichkov, que ya ha fallado dos este curso y tampoco tenía su mejor día, ni quiso ni mirar el balón esta vez y Aketxe asumió la responsabilidad empatando con un lanzamiento imparable.

En la acción posterior hubo susto por penalti claro de Arbila a Djuka que finalmente no se pitó por mano previa del delantero. El Eibar respondió buscando la victoria con más decisión y mejores maneras que su rival en la recta final pero no hubo manera de culminar la remontada.