Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
AQUAMAN Y EL REINO PERDIDO

Cuando Atlantis se convirtió en un chirriante acuario

Las críticas hacia “Aquaman y el reino perdido” están siendo tan incisivas que no dejan espacio para medias tintas. Buena parte de sus grandes problemas vienen de su carencia de originalidad, la saturación tanto visual como narrativa, y la notable falta de evolución en los personajes femeninos.

La película se embarca en una fórmula que recuerda demasiado a las dinámicas de Marvel, en especial a la relación entre Thor y Loki, generando la sensación de un terreno ya explorado.

La trama ha sacrificado el factor humorístico, elude la valentía en su narrativa y nunca nos aporta algo sorprendente. La incursión en la vida personal de Arthur/Aquaman, lejos de aportar un alivio cómico consistente, se desvanece entre escenas de batallas tumultuosas y conflictos dramáticos abordados de manera tosca y solemne.

El villano Black Manta tampoco ha salido beneficiado, porque no es más que un estereotipo sin matices intrigantes ni situaciones realmente amenazadoras. Incluso la escena post-créditos, diseñada para generar expectativas o reflexiones adicionales, se revela como un chiste pasajero sin trascendencia. En resumen, la película se percibe como un producto de menor calibre en comparación con el éxito anterior de James Wan en el DCEU, específicamente en “Aquaman”. La película no logra cumplir con las expectativas y, en lugar de ofrecer un cierre impactante para esta etapa del universo de DC, deja una impresión general de falta de grandeza y originalidad. Entre lo más destacado figura su protagonista, Jason Momoa. El actor, tal vez consciente del descalabro que se avecinaba durante el accidentado rodaje, ha querido aportar algo de carisma a un producto sin identidad.