Txente REKONDO
CRISIS Y TENSIONES INTERNAS

¿Por quién doblan las campanas en Ucrania?

El conflicto en Ucrania ha pasado a un segundo plano desde el pasado mes de octubre. El temor a la falta de ayuda de Estados Unidos y un posible efecto dominó en otros países, las tensiones internas y el cansancio de la sociedad, y el auge de posturas que reclaman algún tipo de negociación son los factores que dominan el actual debate.

(Genya SAVILOV | AFP)

Un pulso por el poder entre Volodimir Zelensky y algunos sectores militares (“The New York Times” lo anunció en noviembre) parece estar produciéndose. El artículo del comandante en jefe Valery Zaluzhny, que goza de gran popularidad, en “The Economist” en noviembre fue, para algunos, una crítica a Zelensky y, para otros, un mensaje a Occidente. Decía que la guerra estaba estancada y que sin mejoras tecnológicas seguirá así, por lo que Ucrania debe prepararse para un congelamiento a largo plazo de la situación militar.

Paralelamente se han producido varios acontecimientos. Por un lado, las acusaciones de sabotaje de un general polaco a Zaluzhny, los movimientos políticos del autoexiliado ex asesor presidencial Alexey Arestovich y la muerte del mayor Gennady Chestyakov, colaborador de Zaluzhny, interpretada como «un mensaje de aviso» a este. Por otro, una serie de muertes de destacados opositores a Zelensky y las maniobras de servicios secretos extranjeros.

VARIAS CRISIS.

La crisis militar se ha evidenciado con el fracaso de la publicitada contraofensiva y sus enormes bajas personales y de material militar (casi toda su capacidad aérea ha sido destruida).

La económica tiene distintos frentes: el posible recorte de la ayuda extranjera deja al país en una difícil tesitura, sin fondos para pagar salarios públicos y pensiones ni comprar material militar. Con un escenario muy oscuro de cara a su capacidad económica futura y en un mar de corrupción.

También planea una crisis política. Con un liderazgo dividido, el siguiente paso podría ser reemplazar a Zelensky. Cada vez más voces y noticias sugieren que Occidente podría estar preparando su relevo, o cuando menos, trabajando un plan B si el apoyo al presidente disminuye o la coyuntura se vuelve en su contra. Desde hace algún tiempo se reportan visitas de miembros de la CIA y el MI6 a Kiev, y conversaciones con líderes opositores.

Pese a que la versión oficial sigue apuntando a continuar con el apoyo a Ucrania, no hay que olvidar que muchos actores extranjeros tienen sus propias prioridades y agendas. Tanto EEUU como la UE afrontan un 2024 electoral.

La crisis interna en Kiev y el debate internacional sobre el futuro del conflicto van de la mano. La contraofensiva ucraniana ha sido un sonoro fracaso (más de 150.000 soldados ucranianos habrían muerto en combate hasta octubre, según algunas fuentes) y el coste económico es muy elevado para las arcas aliadas de Kiev. Además, el conflicto han tenido consecuencias en todo el mundo: interrupción de las cadenas de suministros que elevó los precios, falta de alimentos y un creciente malestar político en muchos países.

COMIENZAN LOS MOVIMIENTOS ENTRE BASTIDORES.

Se podría estar trabajando sobre diferentes modelos (territorio a cambio de paz) para explorar opciones de cara al futuro de Ucrania. Algún ex alto cargo de la OTAN ha abogado por el «modelo alemán» (la Alianza daría garantías al territorio controlado por Kiev, como a Alemania Occidental en 1955), otros defienden el «modelo coreano» (aceptar temporalmente la ocupación rusa y buscar un acuerdo de paz, mientras los aliados contribuyen a reconstruir el territorio, fomentar el desarrollo económico y dar garantías de seguridad, como a Corea del Sur en 1953). Hay quien incluso recupera el llamado «plan Kissinger» o el «modelo finlandés» («ese país perdió 10% de su territorio, es desagradable, pero no es el fin del mundo»).

En las últimas semanas ha habido noticias y declaraciones que pueden ser la antesala de negociaciones. La cadena NBC dijo en noviembre que en la reunión del Grupo de Contacto sobre la Defensa de Ucrania se habría tratado el tema. El presidente checo, Petr Pavel, mencionó la posibilidad del inicio del proceso negociador; Austria manifestó esperanzas en ese sentido y Emmanuel Macron afirmó que «tal vez llegue el momento de mantener negociaciones constructivas, volver a la mesa y encontrar una solución con Rusia».

De momento, la estrategia rusa pasa por desangrar a las fuerzas militares ucranianas y esperar o incitar una crisis política en Kiev. Por su parte, el paradigma de medios, formas y fines es desastroso para Ucrania. No cuenta con los medios necesarios, no sabe de qué manera podrá usar esos recursos y carece de un objetivo estratégico realista.

Tarde o temprano habrá conversaciones de paz. Por ahora ni Rusia ni Ucrania parecen estar dispuestos. La mayoría de los conflictos armados concluyen con negociaciones y la firma de acuerdos. Si en estos momentos no se dan las condiciones, no es descartable que se abra la puerta a un «conflicto congelado» y, paralelamente, se busque una estabilización, abordando después cuestiones humanitarias y, finalmente, negociando un alto el fuego o una mesa de diálogo.