Joxemari OLARRA AGIRIANO
Militante de la izquierda abertzale
GAURKOA

Reconstrucción e independencia

A lo largo de la Historia los pueblos pequeños y las culturas minorizadas se han visto obligados a luchar para permanecer vivos. Lamentablemente, en la mayoría de los casos han sido pasto de la voracidad de pueblos más fuertes y, luego, tras el establecimiento de las superestructuras estatales, de estados más poderosos.

El pueblo vasco somos una de esas raras excepciones que, habiendo sido ocupado por dos grandes estados con ínfulas imperialistas, permanece vivo en pleno siglo XXI, conservando nuestra identidad diferenciada, cultura, idioma a pesar de estar colonizados y con la soberanía arrebatada desde que acabaron con el Reino de Nafarroa hace más de cinco siglos.

Y es que antes de que España y Francia tuvieran ni nombre ya teníamos una centralidad política en torno a Nafarroa.

¿Alguien se imagina dónde estaríamos ahora si hubiéramos abandonado la lucha, la entrega, la solidaridad, el auzolan, la militancia? Sin duda, España y Francia nos habrían aniquilado del mapa de las naciones, que, a la postre, es lo que siguen buscando.

Esta incuestionable realidad y el hecho de haber tenido el coraje de emplear en cada momento todos los recursos disponibles para defender nuestra nación no solo es un honor que debe llenarnos de orgullo sino que, además, nos coloca a una altura ética, política y humana que no pueden alcanzar los estados español y francés.

Pero a estas alturas de la Historia ya no es suficiente con resistir. Ahora, además de la determinación y el derecho a ser libres, gracias a la posición alcanzada por la izquierda abertzale disponemos de recursos para recuperar la soberanía y la integridad territorial de nuestra nación, avanzando sin titubeos hacia la independencia.

El tiempo que vivimos nos exige una mentalidad de ofensiva y reconstrucción nacional. Tenemos la responsabilidad de articular de manera inteligente la potencia institucional de la que disponemos con la permanente presencia en las calles para recuperar los espacios de nuestro idioma y cultura arrebatándoselos a quienes buscan diluirnos en macroestructuras globales que no son más que el asesinato programado de las culturas locales y minorizadas.

Debemos transmitir a la juventud la imprescindible necesidad de soberanía para construir una patria libre de personas libres y de que hay que comprometerse en ello. Tenemos que conseguir ser una mayoría inapelable hacia la independencia.

Hacer nación es una responsabilidad. Construir Euskal Herria desde el contexto en el que nos movemos; los estudios, el entorno laboral, profesional, académico... Potenciar la cultura en todos sus aspectos, la unidad de nuestros siete territorios, responsabilizarnos con el uso del euskara para que esté presente de manera notoria en las calles, en nuestras casas y en el día a día; comprometer más voluntades en el camino de la independencia y persuadir a la sociedad de que el provenir más justo para Euskal Herria es el socialismo.

Al tiempo que luchamos por reconstruir la nación también tenemos la obligación de combatir ideológicamente cualquier tendencia a diluir nuestro pueblo y nuestra lucha en falsos contextos pseudonacionalistas o paraísos sectarios.

Porque los ataques a la recuperación de la soberanía y la reconstrucción de nuestro Estado no solo vienen del lado unionista sino también de quienes desde posiciones supuestamente revolucionarias representan un foco más de agresión a nuestra lucha por la emancipación nacional y social.

Y aquí no puede haber dudas: la lucha por la soberanía nacional y la integridad territorial de Euskal Herria, la lucha por la recuperación de nuestro Estado significa para nosotros y nosotras la lucha por el socialismo en nuestro país.

Porque Euskal Herria es el marco, y nuestro sujeto de transformación son los trabajadores y trabajadoras que viven en Euskal Herria. Evocando las palabras de Argala, lo único que nos une a un trabajador o trabajadora extremeña o normanda es pertenecer a una misma clase social, no a una misma nación.

Extender el marco de emancipación social a los estados establecidos, a España, Francia o el que fuere representa una agresión a Euskal Herria y la libertad de semejante calibre al de quienes buscan mantener su imposición y niegan nuestra soberanía.

Unos buscan asimilarnos definitivamente como pueblo y los otros pretenden difuminarnos en una lucha de clases que dicen debe ser global pero que atufa a españolismo y chauvinismo.

Todos los trabajadores y trabajadoras del mundo somos una clase y la lucha es universal, cierto; pero los contextos de emancipación son diferentes en los estados que usurpan soberanía a otras naciones.

Comprendo que lo del proletariado global y la revolución universal pueda tener cierto atractivo en un sector de la juventud que busca referencias para su sana y legítima rebeldía. Lo que me llama la atención es que personas que han visto ya esa película se sientan cautivadas por cantos de sirena reaccionarios que buscan diluirnos en una nebulosa global y ser cuña contra el movimiento de liberación nacional y social vasco.

Euskal Herria, nuestra nación, es lo que hemos sido y lo que somos, la responsabilidad personal y colectiva que tenemos con el provenir. No hay que justificarse ante nadie por lo que somos.

Nuestra nación es el orgullo de seguir vivos y vivas entre España y Francia a pesar de estar culturalmente colonizados y territorialmente ocupados. Nuestro compromiso para luchar por la recuperación de la soberanía y la integridad territorial debe de ser firme y sin titubeos.

La independencia es el necesario provenir y debemos ir a por ella con orgullo y coraje, reconstruyendo la nación desde nuestra propia vida.