EDITORIALA

El campo requiere una mirada atenta y compleja

Nafarroa publicó la semana pasada los datos sobre las cosechas de 2022. Los cultivos de trigo y cebada, de secano, siguen dominando la producción, pero se dejan ver algunas tendencias. Unas se intuyen positivas, como la mayor inclusión de leguminosas debido a la política europea para reintroducir la rotación y reducir el uso de fitosanitarios. Otras plantean más riesgos, como el girasol, que en Erribera necesita regadío, algo que choca con la crisis climática ya presente. Se olvida pronto, pero hace unos meses la sequía era una realidad.

Más allá de las estadísticas, un repaso a los datos puede ayudar a revelar lo poco que se sabe sobre el agro, su realidad diversa, su contexto, tanto concreto como general, y sus retos. Por ejemplo, más allá de visiones idealizadas y al margen de honrosas excepciones, la agricultura está incardinada en un sistema alimentario globalizado -las exportaciones de hortalizas son un ejemplo- que incide de manera notable en el territorio. Lo condena a ser pasto de la especulación -véase el aceite- y a primar la productividad y la competitividad por encima de otros valores, con consecuencias nefastas para el medio ambiente y para los trabajadores, en especial en las grandes instalaciones hortícolas, donde son mayoría los y las migrantes. Ayer protestaron en Iruñea para lograr que en el convenio se incluyan dos días de descanso. Ese es el nivel.

Un sistema que ofrece más baratos pimientos producidos a 10.000 kilómetros que los de casa es un sistema evidentemente enfermo. Acortar distancias en el aprovisionamiento alimentario es un imperativo en tiempos de crisis climática, con beneficios en muchas direcciones. Al mismo tiempo, reducir las importaciones de energía fósil también es obligado y en ello, aunque las ciudades deben aportar todo lo que puedan y un poco más, el campo va a tener un papel importante. No se puede hacer de cualquier forma, el territorio debe participar y debe ser compensado en ese proceso, como se recoge en el proyecto de Ley de Cambio Climático pactado en la CAV la semana pasada. El campo está llamado a recuperar protagonismo, algo que requiere una mirada amplia y compleja.