Arturo PUENTE
Periodista
JOPUNTUA

Campo llamando a la izquierda

Una de las frases lapidarias de Sun-Tzu, célebre autor de "El arte de la guerra", es aquella que dice que debes elegir muy bien las batallas y solo dar las que puedas ganar. Con esta idea como dogma, diferentes izquierdas han abandonado demasiadas veces su tradicional idea de la justicia para dejarse caer en brazos de lo que parece más conveniente para ganar, bien sea elecciones o bien una guerra cultural.

Estos días viendo los tractores entrar en Barcelona me pregunto qué ingredientes deben de faltarle a esta protesta para que la izquierda, aquí pero también en países como Francia, se vea interpelada. El sector agrario tiene una composición variada, desde el jornalero hasta el terrateniente, que no pueden compartir intereses. Pero la mayoría de los que protestan estos días son minifundistas, pequeños propietarios.

Lo que están señalando estos trabajadores es que llevan décadas perdiendo valor, que las ganancias se hunden y que las subidas de precios solo las ven los distribuidores. Una buena parte de ellos, los más débiles, están en el límite de la supervivencia. Esto debería ser suficiente para que la izquierda preste atención a las protestas. Incluso cuando la lista de demandas está bastante equivocada, hace un mal diagnóstico, tiene un enfoque medioambiental errado y se nota que ha sido intervenida por la extrema derecha.

Pero esto último, el intento de Vox y la derecha para capitalizar estas protestas, es de nuevo una buena razón para que la izquierda se remangue con el campo. Primero, porque Vox no tiene una solución justa para el pequeño agricultor, no piensa en ellos cuando vota a favor de los tratados de libre comercio en Bruselas ni cuando elimina impuestos a los superricos en las comunidades. Pero fundamentalmente porque las clases populares a las que toca defender en el siglo XXI ya no son obreros de mono azul, sino sectores precarizados y empobrecidos de todo tipo, desde el periodista freelance al repartidor de Glovo. Y, por supuesto, al que casi no puede vivir de su trabajo en la tierra.