Raimundo FITERO
DE REOJO

Legalización

Hace unos cuantos años que discutíamos mucho sobre la legalización de ciertas sustancias estupefacientes de consumo masivo. Todo sucedía entonces en un marco político muy ideologizado. Las drogas se vuelven malas, buenas o regulares dependiendo de cuestiones morales o económicas. Lo de Barbate está provocando un griterío político y social desenfocado. Juan Franco, el alcalde de La Línea de la Concepción, población afectada de manera histórica por la situación del contrabando de tabaco y después de cannabis ha dicho con llaneza expositiva «a lo mejor la solución es legalizar el hachís».

Llevan los medios de comunicación audiovisuales cerca de dos días haciendo propaganda subliminal. Relatan lo que cobran quienes hacen un pase de hachís, desde el aguador, hasta el capataz de cada acción, pasando por los conductores, los portadores. Incomparable. En una noche solucionan algunos de los intervinientes un mes, medio año o un año entero. Tengo amistad con una pareja de profesores de instituto en las rías gallegas y cuentan cosas verdaderamente insuperables. Se forma con los años una filosofía de vida, un rango social difícil de disolver si no se toman medidas sociales múltiples, no únicamente policiales.

No solamente es el hachís, mueven también toneladas de cocaína y de más sustancias. Un gran negocio. Detienen a los operarios, nunca a los traficantes de verdad. ¿Paliaría su legalización algún problema grave? Hay que estudiarlo. Yo estoy como siempre a favor de la legalización de todas las drogas. Hasta del alcohol.