Raimundo FITERO
DE REOJO

Sentencias de prospecto

La corbata que lució Iñigo Urkullu para anunciar, con la alegría que le caracteriza, la fecha de las elecciones es un compendio de significados. Su figura está mandando mensajes como un daguerrotipo fuera del tiempo. Ha sido lehendakari durante doce años que han parecido un suspiro o un ácido lisérgico muy mal digerido, según en qué parte del batzoki te sitúes. Su sombra es oblicua y gris. Su figura política todavía más gris, como su cabello que se ha ido tuneando en estos años hasta convertirse en un prototipo del envejecimiento de cuerpo y alma, de rezos y leyes, de narrativa y superstición. Es una figura del pesebre posmoderno que se llamó oasis vasco, en uno de esos ejercicios inocuos de política ficción más ñoños. La carrera hacia Ajuria Enea está abierta y compiten jóvenes de otra generación que no sabemos si son especialistas en marmitako o en espuma de txipirones en tinta verde de aguacate. ¿Evolución o involución?

Salvando las distancias, me adentro en un cañón del pensamiento instrumental y me encuentro con una trampa saducea como es la necesidad imperiosa de analizar las sentencias de los tribunales como si fueran prospectos de medicación para la gastroenteritis. Los aborígenes que me han secuestrado durante unas décimas de microsegundo me indican que a ellos les parece peor la cantidad de efectos secundarios que tiene cualquier considerando de una orden de investigación judicial. Yo jugaría a todo o nada. O les haces caso íntegramente o los ignoras, pero tomar el primer considerando como bueno y el quinto como síntoma de prevaricación es patológico.