EDITORIALA

Que sirva de acicate para avanzar hacia la oficialidad

La Federación Vasca de Fútbol confirmó ayer que el próximo 23 de marzo la selección masculina jugará un partido contra la selección de Uruguay, dirigida por Marcelo Bielsa, en San Mamés. Un encuentro que pondrá fin a más de tres años sin partidos. Una buena noticia para los aficionados, que volverán a disfrutar de la selección de su país, aunque vuelva a ser, una vez más, en un partido amistoso.

En el recuerdo quedan aquellos encuentros navideños que movilizaban a miles de aficionados y aficionadas, jóvenes y adultos, niños y ancianos, en definitiva, un pueblo unido alrededor de la reivindicación de la oficialidad. En aquellos años, las pocas veces que el fútbol faltó a su cita navideña, se recordaba que el vacío dejado por el encuentro no debía ser interpretado como un mal síntoma político. Ahora, sin embargo, el hecho de que la selección vaya a jugar un partido tampoco significa que la lucha por la oficialidad haya recuperado el pulso, ni que haya una estrategia institucional, deportiva y social clara. De hecho, desde que en diciembre de 2020 la Federación Vasca de Fútbol presentara la solicitud de reconocimiento ante la UEFA y la FIFA, que fue rápidamente rechazada por estos organismos, la dinámica se encuentra en una situación de punto muerto. La Federación rehusó continuar la pelea en los tribunales, pero tampoco lideró ninguna estrategia alternativa y el resultado es que, desde entonces, no ha habido ningún hecho relevante en torno a la oficialidad. Y esa falta de todo, incluso de debate, resulta terriblemente inquietante para un país que aspira a participar plenamente en competiciones deportivas oficiales internacionales.

En este contexto, el próximo partido de la selección interpela directamente a todos los estamentos del fútbol, a la federación, a los aficionados y a los futbolistas. Es el momento de ponerse manos a la obra para que el encuentro no sea un partido más, sino para que sirva de acicate para repasar y repensar lo hecho hasta ahora, clarificar la estrategia a seguir y recuperar el pulso para lograr la oficialidad de la selección cuanto antes. En este sentido, el partido debería ser un aliciente para dar nuevos bríos a la lucha por la oficialidad.