Raimundo FITERO
DE REOJO

Suenan los clarines

José Luis Ábalos es (o hay que escribir fue) un militante del PSOE de gran enjundia y trayectoria. Junto a Santos Cerdán y Koldo García, ambos de la órbita n avarra, formó parte activa y eficaz de la campaña de reconquista del poder en el partido de Pedro Sánchez. Viene de esa escuela amplia de diputados que saltaron de la enseñanza, de las aulas a los escaños. Desde València hasta el ministerio. Y del ministerio al estruendoso vacío, esa nada de apestado, de amortizado por la ejecutiva, pero que, a estas horas, ha dimitido como presidente de la comisión parlamentaria de Interior, pero mantiene el acta de diputado. Yo juraría que se llama barrera de contención, o dicho en términos políticos, aforamiento por si la maquinaria judicial pepera se pone en marcha y lo imputan.

Es su biografía muy suculenta. Nacido en el pueblo valenciano de Torrent, es hijo de un torero de apodo «Carnonerito} que acabó de banderilleo y nieto de un guardia civil. No se pueden tener más antecedentes de estirpe castiza genuina. Encarna una figura prototípica, un modelo folclórico que incluso su militancia primera en el PC y su paso rápido al PSOE triunfador le hace formar parte de esa historia pequeña de la evolución del pensamiento colectivo hacia el social liberalismo apretando en lo individual hacia transformaciones sociales con las que han creado una manera de ser y estar en la política partidista. Hoy es un problema grave para Sánchez. No se sabe si tiene manta de la que tirar, ni hasta dónde llega su fidelidad y, sobre todo, qué etapa se abre en el Patio de Monipodio de la política española. Suenan los clarines. Puede ser un cambio de tercio.