Fede DE LOS RÍOS
JOPUNTUA

Inteligencia Artificial

Últimamente si uno mira con intención de ver lo que se presenta a nuestros sentidos como realidad exterior, puede asombrarse al presenciar la manera de caminar de individuos e individuas de su misma especie. Seguir siguen bípedos, pero menos erguidos, a la manera de antiguos monjes en peregrinación habiendo cambiado el cirio por otro objeto menor también iluminado que pareciera dirigir sus pasos y motivar un ritmo vertiginoso en los pulgares de las extremidades superiores. Una vez sentados persisten en idéntica actitud, lo mismo da si es esperando el autobús, durante el trayecto del mismo o habiendo llegado al final del trayecto su vista se halla fija en un artefacto que decían iba a servir para la comunicación humana. Incluso cuando dos individuos interaccionan en sus ratos de asueto tomando un café sentados el uno frente al otro, en el espacio entre ellos acostumbran a depositar los artefactos comunicativos y a prestarles, en muchos casos, más atención que a su interlocutor que, a su vez, hace lo mismo. Se le han añadido como accesorios pequeños auriculares para introducir en los pabellones auditivos o tipo fallera mayor con los que aislarnos de los sonidos de la realidad tangible en pos del chunta chunta de la realidad virtual. Toda película que se precie tiene su banda musical y no esas del cine independiente tan lentas que no hacen más que hablar todo el rato.

Parecieran estar ensimismados, es decir, tan entregados a sus pensamientos que se encuentran totalmente abstraídos de lo que pasa a su alrededor. Cosa altamente positiva la del pensar, la de utilizar esquemas conceptuales sobre cosas o sucesos singulares y poder extraer generalizaciones. Pero no, no están consigo mismos, están siendo pensados por algoritmos creados por otros a fin de que no pensemos, a fin de que no suframos. Mejor un sencillo like que una engorrosa reflexión.

Y mientras siguen bombardeando Gaza, siguen muriendo palestinos. “Hombre soy, y nada de lo humano me es ajeno”, dijo Tulio y gustaba repetir Marx. ¡Qué tiempos aquellos!