Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
NUESTRO ÚLTIMO BAILE

Danza en el otoño de una vida

La historia filmada por Delphine Lehericey es la de un jubilado de 75 años que pasa sus días mimado en un estilo de vida de clase media totalmente desprovisto de responsabilidades. En realidad, es su esposa quien se encarga de todo, mientras también encuentra tiempo para actividades caritativas y artísticas. Su hazaña más reciente fue participar en un espectáculo de danza creado por la coreógrafa La Ribot -quien se interpreta a sí misma-.

Cuando la mujer muere inesperadamente, el jubilado protagonista se encuentra lidiando con todas las cosas de las que nunca tuvo que preocuparse. Pero ante todo, debe cumplir la promesa que le hizo a su esposa: quien sobreviva al otro debe llevar a cabo el proyecto del otro.

POCA PROFUNDIDAD

“Nuestro último baile” es una de esas películas que se afanan en cautivarnos, pero lastrada por detalles pequeños. Aunque la historia de Germain es conmovedora y verdadera -el retrato de un pensionista acomodado y educado que no puede liberarse de sus manías y que nunca ayudó con las tareas domésticas, de repente se ve a merced de sus hijos superprotectores-, la insistencia del director en ciertos aspectos a veces hace que la película sea demasiado cursi.

Sin duda, elegir a un hombre mayor como protagonista de la película, retratándolo con sensibilidad y franqueza, es interesante, y la combinación de los mundos del cine y la danza bailando al mismo compás y enriqueciéndose mutuamente, es igualmente efectiva. Es la necesidad constante de edulcorar situaciones lo que arroja una sombra sobre el conjunto, privándolo de la complejidad y ambigüedad que requiere.

La película a veces intenta profundizar en el lado más oscuro del protagonista: su machismo aceptado como si fuera un hecho de la propia vida.