EDITORIALA

La precariedad empobrece, sobre todo a las mujeres

A pesar de los discursos positivos sobre la buena marcha de la economía, la realidad sigue siendo que las condiciones de vida de la clase trabajadora son cada vez más difíciles. El sindicato LAB presentó ayer un estudio sobre las condiciones de vida y de trabajo en Nafarroa, cuyos resultados generales bien pueden ser extrapolados al resto de Hego Euskal Herria. De los datos sobre la coyuntura económica, la principal conclusión es que disponer de un empleo garantiza cada vez menos percibir unos ingresos suficientes para una vida digna. A la carestía de la vida hay que sumar unos salarios que, en general, crecen bastante menos que la inflación. Esta brecha entre salarios y precios ya se refleja en la caída del consumo de los hogares.

En este panorama general negativo para los trabajadores destaca la precaria situación de las mujeres. No solo el paro femenino es mayor que el masculino, sino que además las mujeres tienen más contratos temporales, más contratos fijos discontinuos y más contratos a tiempo parcial que los hombres. Por otra parte, nueve de cada diez trabajadoras del sector de cuidados son mujeres. Estos trabajos, en general, se caracterizan por sus precarias condiciones y bajos salarios. De hecho, los empleos feminizados están peor remunerados, lo que se refleja en que los ingresos de las mujeres son de media un 20% menores que los ingresos de los hombres, lo que equivale a 6.150 euros anuales. La brecha salarial, a pesar de todas las buenas intenciones, sigue siendo enorme.

El reparto de la riqueza comienza en el puesto de trabajo, de modo que los bajos salarios y la precariedad se traducen inmediatamente en un aumento de las personas en riesgo de pobreza, tal y como señalan los diferentes indicadores analizados en el informe. Y ese aumento de la penuria es consecuencia de una creciente desigualdad en la distribución de la riqueza que hace que la distancia entre ricos y pobres también se haya ampliado. Las actuales políticas económicas están profundizando las desigualdades sociales, afectan especialmente a la vida de las mujeres, reducen el bienestar y condicionan el futuro. Otros enfoques son imprescindibles.