Entramos en la Semana Santa cristiana escuchando de nuevo hablar de «terrorismo islamista». ¡Terrorismo islamista, qué descriptiva e inocente conjugación de palabras! Mejor leer a Sirin Adlbi Sibai. «La aparición de lo que es nombrado como terrorismo islámico o yihadista será determinante en la construcción y estructuración de la dialéctica que reconfigura el orden mundial en la oposición binaria Nosotros/el Otro, Occidente/Islam. El musulmán ejemplificará todo lo que el occidental no es: oscurantista, retrógrado, medieval, tradicional, atrasado, pobre, analfabeto e inferior».

Nacida en Granada, hija de refugiados sirios, cuando comenzó a cursar su doctorado un profesor preguntó, ¿para qué y por qué una mujer musulmana con hyjab hace una tesis doctoral? Ella volcó su tesis en su revelador “La cárcel del feminismo. Hacia un pensamiento islámico decolonial”. Las blancas-occidentales nos quedamos tan imperialmente anchas contando que el feminismo nació con la Ilustración y la Revolución Francesa, y luego ya se fue extendiendo al resto del mundo en olas; olas que siempre vuelven a emerger del Norte de Europa y América. ¿Será casualidad que coincida en espacio, tiempo y discurso salvador con la expansión imperialista occidental, y que siga coincidiendo? Por supuesto, el feminismo blanco no es el feminismo. Y olas lamen sin cesar todas las costas del mundo. Pero recordemos que aquí se pretende sistemáticamente arrancar el hyjab de la cabeza a mujeres y niñas contra su voluntad, en nombre del feminismo. Y que la OTAN ha invadido países de tradición musulmana por sus planes de hegemonía geoestratégica… para liberar a las mujeres. Cuidadito cuando señalamos obsesivamente a los machos de las Otras.

Sirin argumenta que la islamofobia es generalizada. No solo con las mujeres, claro. Solo hay que ver la brutal criminalización de los identificados como moros en nuestras calles. Esos chavales que son acosados sin tregua y sin motivo por la policía, privados de un futuro que no sea la cárcel.