Iratxe FRESNEDA
Docente e investigadora audiovisual

Canciones tristes (I)

No hay nada más triste que una serie de televisión (o película) que desarrolle su trama en las calles y que sea rodada en estudios. Se nota el verde, siempre. La suciedad del ambiente, la imperfección de la vida de las personas cuando caminan o hablan, comen o sudan, se esfuma. Y nada más infumable que todo ese cine que, pretendiendo partir de lo real, maquilla las gotas de sudor o el pelo alborotado. Cuando pillas una de esas imperfecciones en una serie, es cuando te quedas en su universo. Como buena consumidora de todo lo que tiene que ver con lo el noir y lo policiaco, también bebí, en lo que al audiovisual se refiere, de “Canción triste de Hill Street”. Era muy joven y solo recuerdo bien la cabecera doblada al español que emitía TVE. En aquel entonces me parecía creíble, a pesar de que hoy en día me aterroriza volver a verla y quizá descubrir que no ha tenido una buena vejez. A pesar de todo, ahora sé que muchas de sus secuencias fueron rodadas en las calles, que se utilizaba la cámara al hombro para potenciar el estilo documental y que muchos diálogos del ambiente se dejaban colar en las secuencias.

El uso del lenguaje callejero nos llevaba hasta las vidas de policías y delincuentes bajo el paraguas de la frase «tengan cuidado ahí fuera». La clave para los buenos relatos en nuestros tiempos está en las calles, tal y como vaticinó el Neorrealismo Italiano surgido de las cenizas de la dictadura.