El eufemismo por bandera
Cuando los eufemismos quitan al lenguaje político su carga ideológica, el objetivo es suavizar las ideas; despistar en la búsqueda del porqué de los desastres humanos, sociales, políticos y económicos que acosan a la incertidumbre tan extraordinaria que es la vida. Ese estilo eufemístico del concepto suave y rápido domestica la capacidad de respuesta y de crítica de la opinión pública hasta que esta acaba vencida por la impotencia, la ignorancia o la hipocresía buenista. Desde hace tiempo se alude constantemente al neoliberalismo, así de pasada, sin explicar que sus bases ideológicas constituyen el reglamento que controla a los gobiernos de la UE y que sus consecuencias llevan, irremediablemente, a la pérdida de derechos y a la desigualdad más violenta. Incluso en el genocidio cometido por Israel contra el pueblo palestino apenas se analiza la naturaleza ultraneoliberal del sionismo, la misma que subyace en el silencio y en la falta de acción de los gobiernos europeos. Y aquí, en casa, para qué hablar de las privatizaciones en sanidad, en educación, en servicios sociales, de la fiscalidad y los privilegios empresariales. Txiki Muñoz en su libro, “El modelo neoliberal vasco”, retrata muy bien un país que se define progresista y actúa con el reglamento más genuino del neoliberalismo.