Raimundo FITERO
DE REOJO

Efecto retardado

Advierto sobre mi estado eufórico. Escucho tantas veces que lo sucedido en Bilbao antes de ayer es una muestra de la felicidad, que me siento feliz, aunque no sepa detectar este estado de manera concreta. Habría que hacer una cartografía de la felicidad para saber dónde se manifiesta de manera más rotunda. Y esperar, incluso, a dentro de unos meses, nueve, por ejemplo, para ver hasta dónde llegó una de las manifestaciones colectivas de la felicidad. Un efecto retardado de esa felicidad que a otros les llenó de orgullo y a muchos de satisfacción.

No obstante, en el lugar preciso donde el efecto retardado está manifestándose de manera exuberante es en los juzgados. Mientras uno de los efectos inmediatos de la violencia verbal de la extrema derecha bicéfala se ha visto reflejado en una agresión física a un militante socialista en Ponferrada a cargo de un individuo con banderita rojigualda en ristre con mensajes amenazadores, la realidad es que la banda que ahora dirigen Aznar, Ayuso y Feijóo, está viendo como algunos de sus próceres, siempre con antecedente ministeriales con el infame Aznar, se sientan en el banquillo de los acusados por robar. Y mucho, cuando tenían presupuestos a mano.

Zaplana y Rato mantienen toda su soberbia. Pero les pueden caer unos cuantos años más en prisión. Eso hace que se solapen sus caretos con los de Luis Rubiales o Pedro Rocha su sustituto en la FEF, también por los tribunales, acusados de delitos a granel de orden económico y tufo mafioso. Forman parte del mismo retablo de la degeneración. Fútbol y poder. O viceversa.