Vacíos
El lugar de los acuerdos” es una obra del polifacético artista Gerardo Armesto Larzabal. Representa una mesa con un hueco en su superficie, sobre él asoman tres asientos situados asimétricamente, en lo que pretende ser una invitación al diálogo para la resolución de conflictos entre diferentes. Ese hueco lo entiendo como metáfora de un vacío político, de incertidumbre, como puede ser la generada tras las recientes elecciones en esta parte del territorio vasco.
Las urnas ya han hablado. Frente a quienes dan por hecho de que el bacalao ya está vendido, frente a quienes desde lecturas sesgadas e interesadas de esos resultados pretenden ignorar que la situación es cualitativa y cuantitativamente diferente desde el 21A, y frente a quienes, desde las prisas y la falta de decoro y respeto institucional, priman sus intereses partidistas, reivindico el espíritu de la obra de Gerardo Armesto.
Desde la serenidad, la reflexión y el sentido común tenemos que asumir que esto no va de dos asientos. Que, como en “El lugar de los acuerdos” hay que ocupar el tercero. No hacerlo es volver a la política vieja, vacía y viciada de la exclusión, generando una vez más frustración y desafección de la ciudadanía. Reivindico la sensatez frente a la estupidez.
Hemos asistido recientemente a otro vacío político, el generado por el presidente español Pedro Sánchez en ese retiro personal −y espiritual, añado yo-, sin ánimo de caricaturizar la situación, sino más bien todo lo contrario− que ha dado pie a muchas lecturas y conjeturas. Me quedo con dos reflexiones: una, que el señor Sánchez ha generado una importante catarsis en su partido, algo que era necesario aunque, en mi modesta opinión, llega un poco tarde y lejos de crear una convulsión social absolutamente necesaria dados los tiempos que corren. Y dos, que se abre el obligado debate sobre la regeneración democrática del Estado, no tanto del agotamiento manifiesto de la Transición, sino de la misma democracia. La democracia española, como otras en nuestro entorno más cercano, está en fase de alto riesgo de desaparición.
Quiero entender que ese deseo de regeneración, más allá del obligado debate territorial, llegue en lo que de él dependa a materializarse en ese nuevo gobierno a conformar tras el 21A. Es decir, regeneración democrática, también aquí y ahora.
Pero hay otros dos significantes vacíos que quedan por dilucidar y cuyos efectos colaterales influirán en este pretendido proceso de regeneración. El resultante de las elecciones catalanas pondrá en valor hasta qué punto ha llegado el supuesto maquiavelismo de la operación del señor Sánchez. Su actual pacto de legislatura, ¿se fortalece o se debilita? Si su intención era echar un órdago a los independentistas catalanes -el caos o yo−, le pone en una situación comprometida, pues sean los que sean los resultados, los catalanes elevarán su nivel de exigencias al Gobierno central.
El otro significante vacío lo constituye sin duda el que se derive del resultado de las elecciones europeas. Parto de la idea de que Europa vive desde hace tiempo en un profundo vacío político, social, económico y cultural, arrastrada a una irrelevancia creciente en este nuevo orden mundial que se está conformando. Su pérdida de influencia en África y América Latina, su beligerancia para con Rusia y China y su lamentable papel en el conflicto palestino-israelí, todo ello en una indisimulada carrera armamentista y proatlantista, no auguran nada bueno ni para los europeos en general, ni para los pueblos y naciones que la conformamos en particular.
Sí creo que esas elecciones van a ser en verdad determinantes para el devenir de Euskal Herria.