Pablo RUIZ DE ARETXABALETA

El consenso israelí para destruir Gaza se rompe al hablar de su futuro

Ocupación total o crear un gran «bantustán» palestino tutelado por países árabes. Más allá del consenso en dejar un territorio inhabitable para los palestinos, el Gobierno israelí muestra sus grietas con el ultimátum lanzado ayer por Benny Gantz a Netanyahu y sus aliados ultras o con las críticas del ministro de Defensa, Yoav Gallant. Mientras, su Ejército sigue arrasando Yabalia y Rafah.

Palestinos tratan de lograr comida de varios camiones de ayuda humanitaria cerca de Nuseirat.
Palestinos tratan de lograr comida de varios camiones de ayuda humanitaria cerca de Nuseirat. (AFP)

Apenas iniciada la incursión en la ciudad de Rafah el pasado 7 mayo, la cúpula del Estado de Israel empieza a mostrar disensiones sobre el escenario de posguerra en la Franja de Gaza y el liderazgo político en Israel, si bien el consenso en el Gobierno y en casi toda la sociedad israelí es total sobre la destrucción del territorio y las matanzas de su población.

Israel asegura que en Rafah, de donde ya ha hecho huir a más de 800.000 personas y avanza con sus tanques barrio por barrio, está «librando la batalla decisiva» para destruir a Hamas.

El ministro del Gabinete de Guerra, Benny Gantz, amenazó con abandonar el Gobierno de emergencia si el primer ministro, Benjamin Netanyahu, no acuerda un plan para una Gaza de posguerra antes del 8 de junio, incluyendo quién podría gobernar el devastado enclave palestino.

El Ministro de Defensa, Yoav Gallant, instó el miércoles a Netanyahu a prepararse para la era post-Hamas, enfatizando que «el fin de la campaña militar debe ir acompañado de una acción política de oposición pública al primer ministro».

Poco antes, Netanyahu había descartado «cualquier discusión sobre el futuro de la Franja de Gaza» antes de que «Hamas sea destruido».

«Se preparará inmediatamente un gobierno alternativo a Hamas», insistió Gallant, que se opone a que la Franja se ponga bajo una administración civil o militar israelí.

A su juicio, la administración militar de Gaza «se convertiría en el principal esfuerzo militar y de seguridad» de Israel en los próximos años y «el precio a pagar sería un baño de sangre, así como un alto costo económico».

Para el ministro de Defensa «el ‘día después de Hamas’ solo existirá cuando las entidades palestinas tomen el control de Gaza, acompañadas de actores internacionales».

Plantea así la opción de una administración palestina títere, al estilo de Cisjordania, respaldada por países árabes.

Estas declaraciones despertaron la ira de los ministros más ultras del Gobierno que pidieron la dimisión de Gallant, como el de Finanzas, Bezalel Smotrich, y el de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir.

«Con las críticas de Gallant (...) han aparecido verdaderas grietas dentro del gabinete de guerra israelí», opina Colin P. Clarke, director de investigación de Soufan Group, un grupo estadounidense de consultoría en Inteligencia y Seguridad de exmiembros del FBI, la CIA, el MI5, o el MI6.

Las discrepancias no cuestionan el hecho de dejar un territorio inhabitable para los palestinos y, aunque gran parte de su sociedad lo comparte, ayer en Tel Aviv y otras ciudades miles de israelíes se manifestaron de nuevo en contra el Gobierno y a favor de un acuerdo de tregua. Allí, el líder opositor Yair Lapid pidió una vez más tanto a Gantz como al ministro Gadi Eisenkot, que abandonen el Gabinete de Guerra.

Analistas israelíes creen además que Israel no podrá hablar de una victoria, a pesar de la aniquilación que está llevando a cabo, sin un reemplazo para Hamas. «Sin una alternativa para llenar el vacío, Hamas seguirá prosperando», afirma a la agencia AFP Mairav Zonszein, analista israelí del International Crisis Group (ICG).

«Hamas aparecerá aquí y allá y el Ejército israelí se verá obligado a huir a todas partes», coincide Emmanuel Navon, profesor de la Universidad de Tel Aviv.

La alternativa de Gallant también es la de EEUU, el principal apoyo de Israel, que insta a Netanyahu a evitar quedar atrapado en una interminable campaña de contrainsurgencia. Washington quiere dejar Gaza y Cisjordania en manos de lo que denomina una «Autoridad Palestina revitalizada».

Pero esta alternativa, que ahonda en la ocupación y la colonización, también está lejos de la realidad, con una Autoridad Palestina totalmente desacreditada, y su presidente, Mahmud Abbas, rechazado por prácticamente toda la población palestina.

Para Netanyahu, la Autoridad Palestina tampoco es una opción y la acusa de «apoyar y financiar el terrorismo». La semana pasada afirmaba que no iba a tolerar pasar de «Hamastán a Fathastán», en referencia a Al Fatah, el partido de Abbas.

Otras voces israelíes van más allá en las consecuencias de la falta de plan sionista. Ben-Barak, diputado y ex subjefe del Mossad, opina que la guerra en Gaza es «inútil» e incluso que Israel la está perdiendo. «Esta guerra carece de un objetivo claro y es obvio que la estamos perdiendo», aseguró Ben-Barak a la radio pública israelí.

«Nos vemos obligados a luchar en las mismas zonas y acabamos perdiendo más soldados. También nos enfrentamos a reveses en el escenario internacional, nuestras relaciones con EEUU se deterioran significativamente y la economía israelí está en declive Muéstrame algo en lo que hemos tenido éxito», señaló.

Casi coincide con la declaración del líder de Hamas en el extranjero, Jaled Meshal, que asegura que «estamos ante un momento histórico, una oportunidad de derrotar a Israel y desmantelar el proyecto sionista». Meshal sostiene que «Israel está perdiendo su confianza y la resistencia se está reposicionando en todas partes».

DECENAS DE MUERTOS EN YABALIA

Mientras tanto, los soldados israelíes se enfrentan de nuevo a los combatientes de Hamas en el norte del territorio, donde el Ejército había proclamado en enero que había «completado el desmantelamiento de la estructura militar» del grupo palestino.

Ahora admite que lleva a cabo en Yabalia «quizás los más feroces» combates en esa zona desde el inicio de su ofensiva y donde ayer mató a decenas de palestinos.

Entre ellas, a ocho personas, varias mujeres y niños, en un bombardeo de artillería contra un grupo que llenaba contenedores de agua en oeste del campamento de Yabalia: otras 14 murieron en un ataque aéreo cerca del hospital Kamal Adwan contra uno de los refugios de desplazados.

La situación en este campo es catastrófica como consecuencia de los bombardeos diarios y la necesidad desesperada de alimentos, agua y medicamentos.

Israel también atacó los campamentos de refugiados de al Bureij y al Maghazi y las proximidades del Hospital materno Emiratí, al oeste de la ciudad de Rafah, donde las tropas siguen avanzando.