Más allá del 9J
El 9 de junio se votará el nuevo Parlamento Europeo. Da la impresión de que la campaña ha comenzado cansada, sin ánimo para afrontar la nueva legislatura y mucho menos para introducir algún elemento transformador que augure al viejo continente un futuro de cambio. Y cuando digo cambio me refiero a un cambio que se incline a la izquierda y no a esa ultraderecha que anda dando voces por Europa. Y eso, con ser malo, no es el único factor que debe preocupar a la ciudadanía. Me estoy refiriendo a los planes de rearme militar de los que ya hablan los gobiernos de la UE y en los que subyace la amenaza de una guerra. Para cubrirlos económicamente los nuevos presupuestos de Bruselas destinarán una partida específica para Defensa. La beneficiaria directa será, como es lógico en este sistema, la industria armamentista y los perjudicados, los dineros destinados a cohesionar la ayuda a los países miembros (la llamada «solidaridad europea») y a la política agraria. Al menos es lo que vaticinan los analistas comunitarios, que para más inri, anuncian problemas y descontento en la sociedad ante estas decisiones. Luego habrá que hablar del efecto dominó que puede tener está política en los presupuestos más cercanos, en Madrid y en Lakua y por último... en nuestra vida. Pero ese es otro debate, otro cantar...