EDITORIALA

Memoria por la justicia y contra la brutalidad

A un lado del Palacio de Justicia de Bilbo, una placa recuerda desde ayer a Francisco Javier Núñez Fernández, un profesor de 38 años que falleció el 30 de mayo de 1977 víctima de la violencia policial. Unos días antes, el 15 de aquel mes, Núñez sufrió una primera paliza a manos de la Policía Armada. Paseaba por Indautxu y se topó con una manifestación pro-amnistía que la Policía estaba dispersando. A pesar de no estar participando en la movilización y de ir acompañado por su hija de tres años, los policías no tuvieron piedad y le dieron una brutal paliza. Dos días más tarde acudió al Juzgado a interponer una denuncia, algo que no logró. Sin embargo, alguien del Juzgado se chivó y los mismos policías que le habían agredido le asaltaron en la calle y le metieron en una furgoneta, donde le torturaron y le obligaron a beber una gran cantidad de coñac y otro tanto de aceite de ricino. Murió después de trece días de agonía. A la familia le ofrecieron dinero a cambio de su silencio, algo que no aceptaron. También les amenazaron.

En cinco días de aquel mayo de 1977, durante la Semana pro-Amnistía, murieron otras seis personas, además de Núñez. Son Rafael Gómez Jauregi, Clemente del Caño Ibáñez, José Luis Cano, Luis Santamaría, Gregorio Marichalar Aiestaran y Manuel Fuentes Mesa. Entre ellos hay de todo: tiroteados, golpeados, muertos en accidente en una barricada, con un infarto tras sufrir pelotazos… Algunos participaban en las protestas a favor de la libertad de los presos políticos o contra la represión, mientras que otros simplemente quedaron atrapados en los altercados que se extendieron por todo Hego Euskal Herria. Las víctimas de los diferentes cuerpos policiales españoles de esa semana murieron en Donostia, Errenteria, Iruñea, Ortuella y Bilbo, y hubo heridos en todo el país.

La niña que iba de la mano de Francisco Javier Núñez Fernández cuando le dieron la primera paliza, su hija Inés Núñez de la Parte, recordó ayer que «no vale construir una paz sobre novelas, hay que construirla sobre verdades y pilares éticos sólidos». Su perseverancia ha dado sus frutos y esa placa recordará a su padre en el lugar donde él intentó buscar justicia.