Una secuencia violenta que termina con la imagen congelada de Austin Butler recibiendo un tremendo golpe en la nuca. Mientras el título “The Bikeriders’’ invade la pantalla, entra la música y se escucha la voz en off del personaje interpretado por Jodie Comer. En ese momento, y en modo flashback, se empieza a narrar la historia de los Vandals. Es innegable que tras ese momento inicial al estilo “Goodfellas” la cosa prometía. Me ha parecido muy interesante que la mirada de la narración sea a través de dos personajes externos, sobre todo el de Kathie (Jodie Comer). Al colocarse en ese punto intermedio, genera empatía con el espectador e introduce una visión femenina necesaria. La otra mirada, en cambio, aporta más bien poco; es la de Danny (interpretado por Mike Feist), el periodista autor del foto-libro, personaje que creo que está tremendamente desaprovechado.

Pues bien, tras ese subidón inicial y una primera parte potente, la película va perdiendogasolina hasta llegar a un final vagamente anti-climático. La estructura de ascenso y caída funciona muy bien, pero me ha parecido un tanto irregular y en varios aspectos se queda en la superficie. Los personajes entran y salen de la narración, tienen momentos estelares pero no sabemos de dónde vienen, no conocemos apenas su pasado, les falta profundidad. Se echa de menos una línea narrativa sólida, falta historia. Es una película recomendable, que explora de manera interesante la tensión entre la libertad y el sentido de pertenencia que ofrece el club. Tiene una fotografía espectacular, buen sonido, una puesta en escena potente y es un placer ver trabajar a este elenco, pero en lineas generales le falta ahondar más. El mejor consejo que les puedo dar es que no vayan con muchísimas expectativas; es, tal vez, el error que he cometido yo.