ALAIA SIERRA
GASTEIZ
Entrevue
Noelia Lorenzo Pino
Escritora

«Mis novelas arrancan con una denuncia de algún problema social»

Noelia Lorenzo Pino (Irun, 1978) acaba de publicar “Purasangre”, su octava novela negra. Continuación de “Blanco Inmaculado” (Plaza & Janés, 2022), recupera a las agentes Lur de las Heras y Maddi Blasco para investigar la desaparición de la joven Sua. La trama, explica, nace de una inquietud muy personal.

(Raúl BOGAJO | FOKU)

Sus novelas entran dentro del género llamado “euskalnoir”. ¿Cómo surgió esta etiqueta?

Ha llegado más tarde, porque hace unos años nos llamaban los “txapelanoir”. Nos pusieron lo de “euskalnoir’ en la Semana Negra de Xixón, donde fuimos un montón de escritores de novela negra vasca: Laura Balagué [escritora catalana afincada en Donostia], Juan Infante, Javier Abasolo... Cuando salió mi primera novela, con Plaza y Janés, consideraron que la nueva “etiqueta” quedaba mejor. Y ahí nació.

“Purasangre” viene después de “Blanco inmaculado” y con las mismas protagonistas, las agentes Lur de las Heras y Maddi Blasco. ¿Tenía prevista una segunda parte cuando publicó la primera?

En un principio, no. Terminé mi saga anterior y empece con nuevos personajes en “Blanco Inmaculado”. Lo que me pasó es que cuando la terminé había crecido tanto el universo, tanto de Lur como de Maddi, que me vinieron a la cabeza tres nuevas investigaciones para ellas y luego la vida personal de ellas siguió avanzando en mi cabeza. Entonces escribí un poco de las tres nuevas investigaciones, un poquito, para tomar contacto con ellas, a ver cuál era la que más me tiraba, porque no sabía por cuál decantarme... y fue “Purasangre” la que más me tiró y la que terminé. Las otras están empezadas, pero nada, muy pocas páginas.

“Purasangre” gira en torno a la desaparición de una chica, una premisa bastante realista.

Sí, es la primera vez que lo trabajo, pero es algo que siempre me ha inquietado y me ha obsesionado. Me apetecía trabajarlas en una novela y también, de paso, documentarme sobre procedimientos y protocolos policiales. Además, quería ponerme en la piel de una familia cuya hija de 18 años desaparece y enseguida se ve que es una situación de alto riesgo. Fue un poco por una inquietud mía personal. Como el ritmo lo dicta la propia búsqueda, es una novela con muchísimo ritmo y los lectores se quedan atrapados desde el principio.

¿Qué quiere transmitir con esta historia?

Quería hablar un poco de eso, porque, como yo, hay mucha gente que se obsesiona con las desapariciones y muchas veces en las noticias oímos sobre una desaparición y nos quedamos sin oír o tener conocimiento de su resolución. Yo quería escribir una historia de desapariciones que tuviese un principio y un final. Que el lector pudiera seguir cómo es un procedimiento policial en una desaparición.

La trama la guía un narrador omnisciente y está cargada de descripciones y saltos temporales. Sin embargo, es de lectura fácil. ¿Qué es lo que hace que un libro enganche?

En mi caso, son historias muy cinematográficas. Yo me imagino las historias en mi cabeza y no me gusta cargarlas de descripciones excesivas, para dar opción a que imagine también el lector. Yo doy pinceladas, además, de todo: de los paisajes, de la psicología de los personajes, incluso de cómo se viste, de qué música escucha... Pero no lo recargo, algo que creo que es esencial. También es importante dosificar muy bien el suspense para que el lector acabe un capítulo y quiera empezar otro, para que haya todo el rato esa tensión y ese misterio. El misterio tiene que estar de continuo en una novela para que enganche.

Hablaba de un trabajo previo de documentación. ¿Cómo ha sido?

Tengo un amigo que es subcomisario en la Ertzaintza y él me ayuda. Solo es escribirle un WhatsApp y me contesta enseguida, y hasta me ha hecho algún “tour” por las comisarias. Estoy contenta, porque lo tengo muy fácil. Al principio sí que me costó más porque, como bien has dicho, esta es mi octava novela. En la primera no conocía a nadie y fue un poco más duro porque llegas tú, una novata, con tu primer proyecto que ni siquiera te lo han publicado, e intentas buscar referencias y hay cierto recelo. Es normal, un ertzaina no se abre así como así. Ahora ya lo tengo muy fácil.

¿Con qué sensación se quedarán los lectores al terminar de leer “Purasangre”?

Bueno, estoy recibiendo mucho “feedback” y, por ejemplo, hay gente que me dice que ha llorado mucho con el final de la novela o con otras partes concretas. También constato que hay una sensación de unión con las dos ertzainas en esa búsqueda tan misteriosa e inquietante. Es como que estás con ellas, colaborando con ellas. Y, encima, el lector tiene una ventaja, porque yo utilizo un “flashback” de cuenta atrás: nueve semanas antes de desaparecer Sua, sabemos cómo era Sua y qué la empuja a que de repente desaparezca. El lector va a ser más complice de la historia y de Sua que las propias investigadoras, quienes no tienen ni idea y van a tener que ir tirando de hilos para saber qué ha sido de ella, mientras que el lector ahí juega con ventaja.

Desde que dio el salto a la escritura en 2013, ha publicado ocho novelas, además de cuentos infantiles. ¿Qué le inspira para escribir un nuevo trabajo?

Me suelen inspirar las noticias o los “true crime”. Todo en general, la vida misma. Suelen arrancar en mi cabeza con la denuncia social que quiero hacer, porque siempre pongo el foco en algún problema de nuestra sociedad. No es tampoco una exageración de denuncia, pero lo que yo hago es poner el foco en el problema. Eso me suele motivar mucho eso y de ahí arranca la trama. Por ahora estoy teniendo mucha suerte, porque antes de acabar la novela ya me vienen nuevas tramas a la cabeza. De momento no me faltan historias.

¿Su momento preferido para escribir?

Como decía Alexis Ravelo, que era un compañero escritor de novela negra de Canarias que murió, «no existen las musas, existen las mesas»; o sea, que te tienes que poner a ello. Yo me pongo todos los días, excepto el fin de semana, pero bueno, ya cuando llego al final de la novela no la abandono. Es cuestión de perseverancia y constancia. Si no estás inspirada, relees lo que has escrito el día anterior o empiezas a leerla desde el principio. Yo creo que cualquier momento es bueno pero es trabajar; yo, en concreto, utilizo el horario de trabajo de mi marido y, cuando él se va a trabajar, yo me siento a escribir. Así tenemos el mismo tiempo libre.

Acaba de ver la luz su nuevo trabajo, pero ¿qué planes tiene para Lur de las Heras y Maddi Blasco?

De momento, tengo esas dos novelas empezadas, pero, como estoy con la promoción y con un proyecto para una plataforma que me ha propuesto escribir una cosilla, ahora estoy volcada en estas dos cosas. Mi intención es seguir con Lur y Maddi, porque no hay muchas mujeres investigadoras, ni tampoco una pareja de mujeres investigadoras, porque siempre se tiende a una pareja masculina o mixta. Por mí seguiría, pero esperaré a lo que me aconseje la editorial, porque ahora trabajamos en equipo.