GARA
CARACAS

El chavismo se enfrenta en paz y con urnas a una oposición unida

La tensión discursiva es muy fuerte y la oposición pone por delante que, o ganan ellos, o será fraude electoral. Pero, con todo lo que ha vivido Venezuela y los intentos fallidos de golpe de estado, la situación general de las elecciones es menos tensa que otras veces.

Una electora deposita su voto con un cuadro del libertador Bolívar al fondo.
Una electora deposita su voto con un cuadro del libertador Bolívar al fondo. (Arnulfo FRANCO | AFP)

Hace un cuarto de siglo que el carismático Hugo Chávez ganó en las urnas la Presidencia de Venezuela. El gran líder ya no está. Hace once años que murió. Su sucesor, Nicolás Maduro, ha vencido dos veces. De haberlo logrado ayer, será su tercer mandato y las urnas le permitirían gobernar durante otros seis años más. Maduro se presentaba por las siglas GPP, el Gran Polo Patriótico.

En frente, a diferencia de la ocasión anterior, contaba con una oposición unida en torno a una figura, Edmundo González Urrutia, que parece un hombre de paja. Se trata de un diplomático de carrera de 75 años, trece más que Maduro, y que era un completo desconocido hasta hace unos meses.

Aunque los potentes medios que apoyan a la oposición han sabido impulsar su figura, el líder opositor vive a la sombra de la verdadera líder: Maria Colina Machado. Ella es, en el último tiempo, la gran figura de la oposición, pero no puede presentarse a las elecciones ya que fue inhabilitada por 15 años a causa de irregularidades en su declaración jurada de bienes.

Maduro le tacha abiertamente de «títere», de viejo y de «pataruco», que sería un sinónimo de cobarde o gallina.

Aunque es cierto que la situación en Venezuela en lo económico ha sido muy difícil por las sanciones a las que se ha sometido al país y que eso ha podido dañar la popularidad del chavismo, ahora la coyuntura ha cambiado y la economía venezolana es una de las que más crece de América Latina (se le prevé un 4,5%), mérito que se atribuye el actual líder y que añade incertidumbre al resultado.

No es fácil aventurarse a decir quién será elegido tras el conteo de las papeletas que comenzaron a entrar en las urnas a las seis de la mañana de ayer (12.00 horas en Euskal Herria). La guerra informativa en ese país es bestial y la oposición da por buenas encuestas que le otorgan una ventaja de hasta 30 puntos.

Por otro lado, el país también ha dejado atrás los duros episodios de violencia que caracterizaron las elecciones de 2018, a las que la oposición se presentó desunida, por lo que Maduro barrió.

La primera victoria de Maduro, de la que han pasado ya once años (2013), sí que fue muy ajustada. El actual presidente obtuvo un 50,61% de los votos frente a Henrique Capriles (49,12%), quien había logrado plantar cara al propio Chávez un año antes (55% frente a 44,3%).

SISTEMA DE RECUENTO LIMPIO Y TRANSPARENTE DESDE 2004

Los observadores internacionales que han acudido a las últimas elecciones descartan que se pueda cometer fraude electoral en ese país, dado que informatizó de forma transparente sus recuentos hace dos décadas. Otra cosa es que sucedan incidencias puntuales en uno u otro sentido.

A diferencia de otros países del entorno, en Venezuela no es obligatorio ir a votar. Además, aunque solo hay dos líderes con posibilidades de alcanzar la Presidencia, hay otros candidatos en liza, si bien a priori parece que esta vez la oposición ha cerrado bien filas en torno a González Urrutia.

Maduro y las voces autorizadas del chavismo reiteraron ayer al ir a votar que asumirán cualquiera que sea el resultado electoral. No así los partidarios de González Urrutia, quienes aseguran que, si no ganan ellos, será por culpa de un fraude electoral.

Los resultados finales está previsto que se conozcan a lo largo del día 29 en horario local, lo que quizá implique que en Euskal Herria no se sepan hasta mañana martes.