Daniel GALVALIZI
MADRID
Entrevue
PABLO ALCÁNTARA
Autor de «La DGS, el palacio del terror franquista»

«Mientras se celebraba Nochevieja en Puerta del Sol, al lado se torturaba a presos políticos»

El historiador Pablo Alcántara hace una autopsia al edificio de la Real Casa de Correos de Madrid en «La DGS, el palacio del terror franquista». Sede del gobierno autonómico, por allí pasaron miles de detenidos -muchos de ellos vascos- y en su subsuelo se violaron derechos humanos durante décadas. Ni una placa recuerda lo ocurrido en ese lugar.

(EUSKAL MEMORIAREN FONDOA)

La tenebrosa Dirección General de Seguridad se instaló al final de la guerra del 36 en el epicentro de la capital del Estado. No en cualquier sitio: el dictador quiso que funcionara en la emblemática Real Casa de Correos, el edificio con una torre y reloj muy particular, que sirve de escenario junto a la Puerta del Sol cada Nochevieja. Pero en esas paredes, que desde mediados de los años 80 cobijan al Ejecutivo madrileño, funcionaba la DGS, con sus brigadas, su subsuelo con calabozos y tortura psicológica, y su primera planta, preparada para las torturas físicas y donde estaba la temida Brigada Político Social.

En entrevista con GARA, el doctor en Historia e investigador asturiano Pablo Alcántara Pérez narra esa realidad.

¿Dónde funcionaba la DGS y por qué la llama «el palacio del terror»?

El edificio de la Real Casa de Correos (RCC) en el Estado español se conoce más por las campanadas de Año Nuevo. Se construye a finales del siglo XVIII, lo hace un arquitecto francés por pedido de Carlos III. Tenía el servicio postal como objetivo y luego adquiere función militar, tenía guarniciones militares en su interior y, como explico en el libro, en la Puerta del Sol había revueltas, con los comuneros de Castilla, por ejemplo.

Ese era el centro social de la época. Ese edificio se convertirá en un lugar primordial para controlar el orden público en la ciudad. Había infantería y caballería y en 1848 se convierte en el Ministerio de Gobernación, lo que sería Interior hoy.

Este Ministerio es el que crea la Dirección General de Seguridad. En 1912 se estructura con consistencia y regularidad, porque en el siglo XIX se crea y desaparece. No es casualidad que sea en 1912, año en que asesinan al presidente Canalejas en la misma Puerta del Sol. Las Fuerzas de Orden Público se modernizaban.

¿Qué derrotero tiene el edificio en el franquismo?

En 1939, con la victoria de Franco en la guerra civil, la DGS se instala en la Real Casa de Correos, porque antes estaba en la calle Víctor Hugo. Creo que se instala allí por dos motivos: el primero tiene que ver con la centralidad del edificio, se podía controlar desde allí todo lo que ocurría en la ciudad fácilmente, y nadie se iba a movilizar a Sol si tenías enfrente la DGS. Y segundo, porque la Puerta del Sol tuvo un papel relevante en diferentes procesos de revoluciones, como la proclamación de la Segunda República o las revoluciones liberales del siglo XIX. Lo veo también como una cuestión simbólica.

Una vez en ese edificio, la DGS franquista es básicamente la jefatura de la estructura policial: tenía sus brigadas, como la Brigada Político Social, brigada de control de fronteras, de investigación criminal, de control de pasaportes, etc.

«La idea de que hubo una posguerra de duras represalias y un tardofranquismo más blando es falsa, ya que las persecuciones, las torturas, los fusilamientos fueron una constante», dice en el libro. Basado en lo que se ha documentado de lo que ocurría en la RCC, ¿se puede constatar que esa represión fue siempre dura y nunca disminuyó?

Sí, por supuesto. Es una idea que muchos historiadores cada vez rebaten más, eso de que hubo una época muy dura y luego una más light. En el tardofranquismo había cada vez más movilización social, no solo obreros, sino curas, artistas, intelectuales, LGBTI, mujeres abortistas, etc... Todos esos colectivos pasaron por esa DGS. Fernando Arrabal pasó por allí, por ejemplo, porque había firmado en un libro «me cago en Dios y la patria».

Nadie se libraba de las garras de la DGS. En esos años hubo torturas salvajes. Hasta 1983 funciona la dirección allí. En 1979 cambia de nombre, pasa a ser Dirección General de Policía. Pero sí, la represión en la Transición continuaba al no depurarse la policía y la justicia. Recuerdo, por ejemplo, que José España Vivas murió en 1980 en los calabozos de ese edificio.

¿Pasaron muchos vascos por la RCC?

Sí, además casos famosos, como el de Joxe Arregi, que murió en 1981 mientras estaba detenido a causa de las torturas. Es que el Estado franquista era centralista y, por ejemplo, el Tribunal de Crímenes Políticos juzgaba en Madrid y los detenidos tenían que pasar varios días en la DGS. Muchos eran interrogados y torturados y por los estados de excepción podían estar detenidos mucho más de tres días. Además de miembros de ETA, había muchos curas, comunistas, cualquier vasco que fuera juzgado por el Tribunal de Orden Público pasaba por allí o por la cárcel de Carabanchel.

¿Cómo era por dentro el edificio? ¿Ha podido visitar las zonas donde había calabozos para hacer el libro?

Los calabozos estaban en el subsuelo, todavía alguno queda con la estructura original. Y no, no he podido entrar. Es muy difícil hacerlo, no me han dejado. Me han dicho que escribiera a tal persona y no me han respondido.

En los calabozos se sufrían las torturas psicológicas, les amenazaban con la detención de sus familias, a las mujeres que tenían la regla las dejaban allí y no les daban compresas... Las torturas físicas se producían sobre todo en la primera planta, en los despachos de la BPS. Era el sitio de las salvajadas, incluso amenazas con tirarlos por la ventana, como el caso del comunista Julián Grimau, que fue arrojado pero no murió en el acto y luego lo fusilaron sentado. En los calabozos también había muchos suicidios y asesinatos presuntos, como el del militante del PSOE, Tomás Centeno.

¿Algún colectivo particular era llevado allí? ¿Era usado para la delincuencia común?

Algo que incluyo es lo de la delincuencia común, que no está tan estudiada como lo de los detenidos por causas políticas. En el franquismo se crean barrios de extrarradio sin servicios públicos de calidad, sin agua. Se crea un submundo de los quinquis, que aparece ya a finales de los 50, y ya hay noticias en ese entonces de quinquis detenidos. Algunos sufren torturas, como el caso de Dum Dum Pacheco, que era boxeador pero antes estaba en una banda y fue torturado por “Billy el Niño”. También el de “El Nani”, hace 40 años, que todavía no se sabe dónde está su cuerpo.

La Puerta del Sol es emblemática en Nochevieja porque ya desde el siglo XIV miles de personas se juntan allí con el ritual de las uvas. ¿Se puede decir que mientras algunos comían las uvas y celebraban la llegada del Año Nuevo, inmediatamente al lado se violaban los derechos humanos y torturaba?

Sí, totalmente, es así. De hecho en el libro hablo de un caso, el de Ricardo Bastid, que editó en Argentina una novela en la que cuenta su historia a través de un alter ego, sus vivencias en los calabozos de la RCC, y cuenta que veía a la gente pasando por ahí a través de la ventana, él gritaba y nadie lo escuchaba en una Nochevieja.

¿La gente que iba a brindar a Puerta del Sol sabía esto? ¿O se desconocía la represión en ese edificio?

Creo que se sabía perfectamente que allí la DGS hacía lo que hacía; la gente sabía lo que era la BPS y que se llevaban a la gente ahí. Muchos tenían familiares o amigos detenidos que habían pasado por allí. Por miedo no se enunciaba públicamente, pero era vox populi. En la RCC hay placas en honor a la resistencia contra la invasión napoleónica, a las víctimas del 11M y a los muertos del covid. Sin embargo, nada que recuerde a los torturados y asesinados allí dentro.

Desde hace años hay movilizaciones para pedir que el edificio se convierta en Lugar de Memoria y desde 2011, todos los jueves hay una ronda en Puerta del Sol. Pero el Gobierno del PP no quiere eso, ni siquiera hay una placa. Y en Madrid hay muchas placas por todos lados que recuerdan que allí nació o vivió tal o cual persona, pero sobre los crímenes de los franquistas se pretende olvidar.

Creo que el Gobierno del Estado debería ser más ambicioso, podrían declarar el edificio como Lugar de Memoria. En Barcelona, en el edificio donde funcionaba la DGS regional, hay una placa. Si no cambia el gobierno de la comunidad, es difícil que pase, pero hay que seguir presionando.