Daniel GALVALIZI
MADRID
Entrevue
DAVID BALLESTER
Historiador

«España tiene cuerpos policiales trufados de agentes de la dictadura»

El historiador David Ballester publica “Una historia de la policía española: de los grises y Conesa a los azules y Villarejo”, coincidiendo con una efeméride que él mismo cuestiona. Revisa los vaivenes de las Fuerzas de Seguridad del Estado, su pasado oscuro, la época franquista... Y lanza críticas a la Ertzaintza y los Mossos.

(GARA)

Casi una década de estudio monográfico sobre las fuerzas y cuerpos policiales del Estado español han hecho que David Ballester acabe produciendo un glosario de 600 páginas sobre la Policía Nacional. En “Una historia de la policía española: de los grises y Conesa a los azules y Villarejo” (Ed Pasado Presente, 2024), Ballester retrocede hasta el siglo XIX para ver los orígenes difusos de un cuerpo policial que, a su entender, tiene muchos déficits democráticos todavía.

En el prefacio usted menciona el déficit de estudio de la Policía del Estado en la historiografía española...

Sí, intento llenar ese déficit con este trabajo. El vacío se debe a varias razones, desde lo desagradable que puede resultar estudiar unos cuerpos policiales en un país como España, donde han tenido un cariz marcadamente represivo, a la dificultad de acceder a archivos policiales. He podido tocar muy poca fuente primaria desgraciadamente, es decir, archivos policiales, porque acceder a ellos es una labor homérica.

En el libro cuestiona que se diga que la Policía tiene dos siglos y señala que eso es un invento de Aznar y Mayor Oreja. ¿Por qué?

Porque ligar la Policía Nacional española (PN) actual, que es, con todos sus déficits, democrática, y retrotraerla a 200 años con una que no tiene nada que ver y con la que no se puede seguir un hilo conductor, es forzar mucho la máquina y la historia. Esto es lo que hicieron Aznar y Mayor Oreja con ocasión del 175 aniversario de la Policía. Este absurdo viene aumentado ahora por Grande-Marlaska y el Gobierno socialista, planteando una efeméride bicentenaria con logos y festejos. Es una conmemoración que sobre todo no gusta a la Guardia Civil (GC), que sí puede reivindicar que desde 1844 hay una línea que sigue. Lo que es hoy la PN no tiene este hilo conductor; celebrar un cuerpo como el que creó Fernando VII en el contexto del absolutismo, cuyo objetivo era destruir a los liberales, es algo de poco reivindicar para una democracia.

La PN, tal como está estructurada, emana de la ley orgánica de 1986. En 1978 Martín Villa hizo una primera reforma de la Policía, quitando el gris. Por eso en el subtítulo hablo de los grises a los azules. Si hay que reivindicar algo, que se reivindique una policía que nace de una democracia, con sus lagunas y lunares.

¿Antes la PN era más necesaria por delitos políticos que por comunes? Hay una idea preconcebida en algunos sectores que dice que antes el Estado español era más seguro.

No puedo dar porcentajes pero había separación clara de funciones en este sentido. Quien se ocupaba de la represión era la Brigada Político Social, parte de la Policía no uniformada, y las otras brigadas se ocupaban de la persecución del crimen.

Pero eso de que era más seguro… En el siglo XIX España estaba llena de bandoleros, de hecho la GC se crea para defender los intereses de los grandes terratenientes agrícolas. En el siglo XX había delincuencia común pero sufre una dura represión, con la aplicación de la pena de muerte.

La ley de 1979, con la incorporación de 10.239 agentes que usted menciona, ¿fue un hito en la historia de la Policía?

Sí. El régimen tenía que hacer frente a un proceso de decrepitud física del dictador y las familias del franquismo se empezaban a posicionar frente al «inevitable hecho biológico», como lo mencionaban en la prensa aquellos días. Algunos querían prolongar el franquismo con reformas cosméticas y les preocupaba el orden en las calles. Se dieron cuenta de que tenían pocos policías para controlar las manifestaciones.

Contra lo que se cree, el franquismo cuidaba bastante mal a su Policía, estaba muy mal pagada, más de un 50% de los agentes estaban pluriempleados para poder subsistir y además era una policía mal mandada con jefes mal formados, en su mayoría jefes militares que daban una educación militar más que policial.

Otro aspecto que llama la atención es que una dictadura que hacía del control de la calle una de sus verdaderas obsesiones no tuvo hasta 1969 unas unidades de antidisturbios. El franquismo, hasta ese momento, no notó la presión de una oposición que hiciera necesarios más agentes. Queda poco épico y poco romántico decirlo, pero el franquismo no tuvo necesidad de mucho más hasta esa fecha. A partir de ese año empieza a haber un rosario de muertes en las represiones a manifestaciones.

Menciona la «verdadera anomalía» de la Policía española, de las pocas que no se depuró tras una dictadura en Europa.

No soy especialista sobre lo que pasó en los países del Este cuando cayó el comunismo, pero en los de Europa occidental no hubo en ningún caso una ausencia absoluta y total de depuración como aquí, donde ni una persona perdió su trabajo. Es parte del modelo excepcional de transición, que es mucho menos modélico de lo que determinados panegiristas del tema nos quieren hacer creer.

Esto tiene un problema: no es solo que incorpores a la Policía sus hombres anteriores, sino también con sus métodos de trabajo. La España democrática tiene cuerpos trufados de agentes de la dictadura. Encima la democracia fue generosa con ellos y, siempre con el paraguas protector de la lucha contra ETA, esta gente no solo no fue depurada, sino que recibió recompensas y ascensos.

¿Cree que todavía puede haber agentes del aparato represivo con cargos, o ya todos están muertos o jubilados?

Biológicamente es muy difícil, se han de haber jubilado, pero puede quedar alguno. Un ejemplo: Sebastián Trapote Gutiérrez, que ya se jubiló y fue subinspector de policía estando vivo el dictador. Mató una vez de un disparo en la espalda a un ciudadano, fue declarado culpable y se benefició de las amnistías. Hizo una larga carrera policial y fue máximo responsable de la PN durante el 1 de octubre de 2017.

¿Cree que ETA fue utilizada como coartada para no depurar y mirar para otro lado?

Claro, era la gran coartada que utilizó la UCD y también los socialistas a la hora de justificar por qué determinados individuos con un currículum execrable seguían sirviendo a la Policía democrática. Se decía que eran los que más sabían, los que más fuentes tenían, y se miró hacia otro lado. Cuando llegan Belloch y Margarita Robles para hacer limpieza en 1994 se encuentran con que la tortura estaba enquistada, después de una docena de años de gobierno del PSOE. Y encima no lo consiguieron hacer. Las torturas se siguieron produciendo hasta bien entrado este siglo.

Belloch quería adecuar la praxis policial a un Estado de Derecho. Se encontraron con muchos obstáculos y además tuvieron en frente la estructura impermeable y corporativista de la Policía. Como digo en el libro, los gobiernos pasan y la policía se queda. También fue torpedeada su labor por el propio PSOE, porque él era independiente y la mayoría era partidaria de no tocar, de que no saltaran ampollas. Lo prioritario era la lucha contra ETA y si había que pagar un precio por conculcar derechos estaban dispuestos a pagarlo. Si miramos los escritos de la gente de Belloch, ellos se quejan de que los socialistas no querían que se acabara la corrupción.

¿Las violaciones a los DDHH y la represión ilegal en el posfranquismo son ideas de la Policía avaladas por el Gobierno, o a la inversa?

No es que surge, es una continuidad de lo que se llevaba a cabo desde el franquismo. El forense Paco Etxeberria habla de que las torturas cambian, dejan menos marcas. Cuando ETA empieza una ofensiva mas brutal a partir de 1979 y 1980, esto se acentúa. En 1992 hay una oleada de detenciones antes de los Juegos Olímpicos contra el movimiento independentista, había temor a un atentado de Terra Lliure, y los detenidos son brutalmente torturados.

Dedica un capítulo a los sindicatos ultras dentro de las policías. ¿Es este un proceso irreversible?

Es uno de los problemas más acuciantes ahora. Ahora evidentemente están viviendo un boom. Nos debemos congratular de que en las últimas elecciones sindicales Jusapol experimentó un retroceso.

No ha estudiado las policías autonómicas, pero con todo lo que se ha documentado, ¿qué reflexión puede darnos?

A la hora de crear la Ertzaintza y los Mossos se perdió la oportunidad de crear cuerpos radicalmente diferentes a los estatales. Algunos de los vicios se han incorporado por desgracia y hay problemas graves heredados de no haber sabido hacer modelos diferentes.

La praxis policial es muy peculiar y genera unas inercias que acaban creando un Estado dentro del Estado. Los políticos no han sabido evitar la infiltración de la extrema derecha, en la Ertzaintza hay un problema importante con ello. Parece que los políticos tienen que pedir permiso para entrar. Soy pesimista porque van pasando los gobiernos y no hay cambios. Intentar solucionar este problema requiere coraje, compromiso ideológico y determinación, y esto no suele ser característico de los políticos actuales.